lunes, 15 de abril de 2019

Choque de trenes en el interior del independentismo




El independentismo catalán puede fracasar más por sus problemas internos que por otra cosa. Por ejemplo, ese triángulo escaleno –Puigdemont, Torra y Toni Comín--  es capaz de llevar su propia locomotora, no ya al famoso choque de trenes sino al barranco. De bronca en bronca hasta el despeñadero final. El problema que tienen, aparte de la desubicación total, es la actitud patológica de enfrentarse contra quienes intentan pensar de manera distinta, ahora los de sus propias filas. 

No han pasado ni tres días que cuatro de los dirigentes, que están siendo juzgados por el Tribunal Supremo,  publicaron el famoso artículo que comentábamos el sábado, ¿Quién corta el bacalao en Cataluña? (1) cuando el hombre de Waterloo se despacha con cajas destempladas contra los firmantes, flor y la nata del partido post convergente. Reacción espasmódica. Es decir, Waterloo no ha reaccionado contra una opinión anónima, ha lanzado los cuchillos contra los dirigentes de mayor prestigio de su partido: Jordi Sánchez, Josep Rull, Jordi Turull y Joaquim Forn. Posiblemente Puigdemont no pudo soportar que dicho artículo tuviera un próximo parentesco con las tesis que Oriol Junqueras viene exponiendo de un tiempo a esta parte. Por eso les recrimina con acritud que la «autodeterminación» sigue siendo el tarro de las esencias patrias. Condición sine qua non para negociar.

El triángulo escaleno está nervioso: se le va despeluchando el Gotha que le dio soporte, ve cómo Esquerra Republicana le va a mojar la oreja en todas las próximas elecciones, y para colmo aparecen encuestas mostrando que el 72,6 por ciento de los catalanes desea una reforma constitucional y un 69,2 por ciento quiere que se negocie un nuevo sistema de financiación para resolver la tensión. O sea, la mayoría se instala en el Estatut. (Los datos son de GAD 3, en La Vanguardia de hoy).

Sin embargo, la reacción del triángulo escaleno es similar a la de aquel militar carlista que arengó a sus parciales al grito de «¡A por ellos, que son de regadío!». Siempre el pedregal  del secano, no la feracidad del regadío.

El triángulo escaleno seguirá dando que hablar. De peñasco en peñasco hasta el precipicio final. Con lo que me arriesgo a la siguiente previsión: del choque de trenes que se hablaba hace tiempo se va a pasar al choque de locomotoras en el interior del independentismo. Tiempo al tiempo.  El último que quede que apague la luz. 

Nota bene.--  Este es un fragmento de mi intervención en el Centro Social Fernando de los Ríos, de la  ciudad de Parapanda



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