La reunión de ayer de Podemos acabó de la manera
más convencional cuando las tempestades cruzan el territorio partidario:
«Tenemos razón». No parece que se le haga mucho caso a doña
Empiria, esto es, los que siempre dicen haber tenido razón atestan los
cementerios de la política junto a los que no la tienen. Doña Empiria y doña Correlación de Fuerzas, dos grandes damas, que no
son suficientemente escuchadas.
«Tenemos razón». Y sobre esa piedra
construirá su razonamiento. Sin embargo, para este caso concreto –el quilombo de
Podemos— propongo la siguiente reflexión. Sin lugar a dudas, Íñigo Errejón es el primer
responsable de esta crisis. Pero Podemos en su conjunto (y muy personalmente Pablo Iglesias, el Joven)
es el responsable de no haberle dado una solución. Errejón es responsable de las consecuencias
de su acción «unilateral» y, tal vez, elitista. Podemos, con Iglesias al
frente, es responsable de las consecuencias de no haber dado una solución. No
entramos en si han querido o no. El hecho inobjetable es que la salida que ha
encontrado el máximo organismo de
dirección es la pontificación auto referencial: «Tenemos razón». Roma locuta causa finita, que en vulgar
viene a decir habló Blas, punto redondo. Una salida en falso o una ocasión
perdida, se prefiera. Más todavía, ese interesado «tenemos razón» queda
referido al exclusivo caso de Errejón, mientras que el caso Ramón Espinar ha dimitido
en plena borrasca.
Addenda. Un viejo romance relata que «en tan grande
polvareda / perdimos a don Beltrán». Sin embargo, el autor de esos versos
aprovechó su anonimato para no explicarnos de dónde vino la tal polvareda.
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