sábado, 1 de diciembre de 2018

¿Qué sabes del nacimiento del nazismo? Homenaje a Miguel González Zamora


¿Ya sabes qué libro vas a regalar a tus amigos y allegados en estas Navidades? Puedo sacarte del apuro, si me lo permites. Esto no es un spot publicitario, sino una recomendación amigablemente desinteresada. Son dos los libros que recomiendo: El orden del día, de Éric Vuillard, publicado en Tusquets Editores; el segundo es El pecado de los dioses: el nazismo y la alta sociedad alemana, de Fabrice d´Almedida, en Taurus.

El primero es una novela histórica. Trata de lo que sigue a continuación. En febrero de 1933, en el Reichstag tuvo lugar una reunión secreta, que no estaba en el orden del día, en la que los industriales alemanes —entre los que se contaban los dueños de Opel, Krupp, Siemens, IG Farben, Bayer, Telefunken, Agfa y Varta— donaron ingentes cantidades a Hitler para conseguir la estabilidad que él prometía. Desde ese año, Hitler ideó una estrategia de cara a la comunidad internacional para anexionarse Austria «pacíficamente»; para ello, mientras se ganaba la aquiescencia o el silencio de primeros ministros europeos, mantuvo una guerra psicológica con Schuschnigg, el canciller austriaco, hasta que la invasión (un alarde del legendario ejército alemán, que ocultaba graves problemas técnicos) fue un hecho.
Esta novela desvela los mercadeos y vulgares intereses comunes, las falsedades y posverdades, que hicieron posible el ascenso del nazismo y su dominio en Europa hasta la Segunda Guerra Mundial, con las consecuencias de todos conocidas. El orden del día narra de un modo trepidante y muy novedoso, en escenas memorables, las bambalinas del ascenso de Hitler al poder, en una lección de literatura, historia y moral política.

El segundo es un libro de historia. Trata del mismo asunto, pero ahora con los códigos rigurosos de la historiografía. De hecho es una recomendación que me hace el profesor Javier Tébar. 

Quien no podrá seguir mi sugerencia será Miguel González Zamora, abogado laboralista que nos ha dejado. Miguelito llevaba Comisiones Obreras en todas sus entretelas.  Serio en el trabajo, siempre con la sonrisa a flor de piel.



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