A partir del lunes pasado las mujeres españolas están
trabajando gratis. Según los datos de la Encuesta de Población Activa la brecha
salarial entre hombres y mujeres, que en 2016 estaba en el 24 por ciento, se
incrementó el año pasado al 25,3 por ciento. Es un problemón que amenaza con
convertirse en definitivamente dado. Es desgraciadamente lo más grave de la
cuestión salarial.
La misma EPA señala además otros garbanzos negros: el 20 por
ciento de los salarios medios no llega a los mil euros. Lo que significa que
los porcentajes son mucho mayores en no pocos sectores y territorios. Más
todavía, los salarios medios subieron solamente el año pasado un modestísimo,
casi imperceptible, 0,6 por ciento. Ni para pipas. En esas condiciones podemos
colegir que la recuperación económica no es tal en los bolsillos de la gran
mayoría del conjunto asalariado. Entiendo que no es consecuencia de la crisis
–o, al menos— la principal consecuencia de ella-- sino de la voluntad explícita de la CEOE que
ha apostado por un modelo de bajos salarios. Auténtica ceguera. Estúpida
conducta cortoplacista que frena la demanda y simultáneamente drena la
recuperación general de la economía.
Por lo demás, el sindicalismo confederal, que está al tanto
de esta situación, debería dedicar más tiempo a ver cómo se cambia el rumbo. Que las mujeres están, desde hace
días, trabajando gratis como consecuencia de la brecha salarial es algo que
exige un golpe de timón. Que los salarios estén por los suelos no puede ser
visto como una rutina ni una prioridad entre otras muchas. Disculpen: mil
prioridades equivalen a ninguna. Lo
saben Agamenón y su porquero.
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