domingo, 1 de julio de 2018

Europa al borde del despeñadero




La reciente reunión de los mandatarios de la Unión Europea ha sido algo más que un fracaso. Es la constatación de que Europa está en el despeñadero. Los acuerdos tomados –sobre los movimientos migratorios-- al margen de florituras y melindres, son estos: que cada cual haga lo que le venga en gana. La capa de cada cual es su propio sayo.

Es el triunfo de los nacional-populismos de Italia y Hungría. El almibarado lenguaje diplomático, sin embargo, lo obscurecerá todo. Pero ya no puede disimular que, como decía Blas de Otero y cantara Paco Ibáñez, «aquí no se salva ni Dios, lo asesinaron». De rebote, el hombre de América del Norte, Donald Trump, estalla de alegría: Marte ha derrotado indirectamente a Venus. Porque Venus se ha derrotado a sí misma.

Crisis de proyecto europeo, crisis de liderazgos. Los bronquistas de discoteca marcando paquete; los políticos profesionales de toda la vida, que han acumulado quinquenios en las covachuelas de las instituciones,  están sin saber a qué atenerse, abúlicos, y sin querer corregir su poquedad. Ni siquiera un gesto de dignidad –ni un coscorrón al premier húngaro— frente a quien dice reírse de «los valores europeos».

Es un fracaso del europeísmo, incluido el de la izquierda y las organizaciones sociales. La política de campanario está haciendo estragos. Y la bandera de la Unión hecha una aljofifa.

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