sábado, 28 de julio de 2018

El exorcista de Girona




Las órdenes del Vaticano no se discuten. Así lo ha entendido el Obispo de Girona. De Roma llegaron orientaciones de obligado cumplimiento a todo el mundo: cada diócesis  debe tener su propio exorcista. El exorcismo, según la Docta, es «el conjunto de fórmulas y de ritos que se practican para expulsar un espíritu maligno, especialmente el demonio, del cuerpo de una persona, de un lugar, etc».

Según parece estos tiempos confusos y de tanta mudanza requerían no sólo la reaparición de la figura del exorcista sino su extensión al Orbe. Por lo tanto, también a Girona. El Obispo ha nombrado a mosén Puig Bofill, hasta la presente cura párroco de Rosas, exorcista. Se trata de un hombre singular. Sus primeras declaraciones han sido: «No sé nada sobre el particular», de profundas raíces socráticas. Y para remachar el clavo, por si alguien tenía dudas, añade que la expulsión de los espíritus malignos es cosa de los psiquiátras. Impecable el mosén. Audacia del Obispo al nombrar a alguien que sostiene lo uno y lo otro. De donde se desprende que Girona y sus comarcas cuenta con una gente que, mayoritariamente, es lúcida, y que Carles Puigdemunt es un rara avis.

Nuestro cura ha propinado un severo cogotazo a todo un conjunto de tradiciones que, en este caso particular, se remontan al famoso Tertuliano (160 – 220), padre de la Iglesia. De buen seguro que la sabiduría de Mosén Puig habrá sido piedra de escándalo de obispos tan ternes como, entre otros, el de Alcalá de Henares. Especialmente porque delimita los campos que incumben a la ciencia y a la religión. Con un matiz no irrelevante: nuestro cura no sabe lo que concierne a la religión y, por tanto, se remite a la ciencia psiquiátrica. Es la sabiduría de la mar mediterránea que baña el golfo de Rosas.

Por lo demás, me malicio que las declaraciones del cura habrán puesto  nervioso a Carles Puigdemont, que está a punto de volver a su residencia de Waterloo. Se empieza exigiendo que la ciencia haga los deberes para expulsar a los malignos y se acaba en el sermón del redentorismo milenarista del somatén.  En todo caso, es una buena noticia para el Colegio Oficial de Psiquiatras de Cataluña.



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