Escribe
El Dómine Cobra
Quienes pensaron que Ciudadanos iba a relacionar
la dureza de sus palabras contra Cristina Cifuentes con un gesto contundente han vuelto a caerse
del guindo. Los de Rivera
siguen a pies juntillas la vieja máxima de «Dios aprieta, pero no ahoga». Conclusión,
la joven cofradía ha vuelto a amenazar para finalmente plantear la jaculatoria
de la apertura de una Comisión parlamentaria. Más todavía, tras el anuncio de Ángel Gabilondo (PSOE) de presentar una moción de censura, los que
ayer estaban disfrazados de gente airada han señalado que de eso, naíca de ná. Por eso, Cifuentes ha
salido en tromba. Sabía de buena mano
que Ciudadanos se limitaría a ladrarle a la Luna. Ni siquiera ha pedido
un baldeo de cubierta.
Tengo una hipótesis capaz de
explicar racionalmente a Jano Rivera. Jano, el viejo dios romano, que mira
simultáneamente a babor y estribor, intentando guardar las dos puertas: la suya
propia y la del Partido
Popular. Es ésta: Ciudadanos da
por sentado que su victoria electoral está cantada. De hecho las encuestas así
lo pronostican y también los arúspices viejos y nuevos. A partir de ahí,
Ciudadanos quiere desangrar al Partido Popular, pero no provocarle un
descalabro que le impida a los primeros formar gobierno en la Comunidad
autónoma de Madrid. Repito: los de Rivera echan las cuentas para tener un
resultado electoral amplio, pero necesitado de los de Cifuentes para formar
gobierno. Alguien dirá candorosamente que dónde está la decencia. Respuesta:
oiga, estamos hablando de Ciudadanos.
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