Después del 1 de Octubre las
fuerzas políticas no tienen más remedio que negociar una salida al conflicto
catalán. Las cosas no pueden seguir enquistadas y dirimir el problema a golpe
de enroque. Una de las salidas que se proponen –desde luego, la más política-- es abrir un itinerario que dé paso o bien a
una reforma de la Constitución o bien a la elaboración de una nueva.
En ese sentido, vale la pena
traer a colación la reciente declaración de la Comisión ejecutiva confederal de
Comisiones Obreras: «Para CCOO se
debería constituir sin más demora una “ponencia constitucional” en la que se
abordase la reforma de la Constitución del 78, con la finalidad de dotarnos de
un nuevo modelo de articulación jurídico política del Estado donde se reconozca
el carácter plural de España y se regulen de nuevo los mecanismos de
financiación garantizando el principio de ordinalidad (que ningún territorio
salga perjudicado de su contribución a la solidaridad interterritorial), todo
lo cual consideramos que se puede conseguir adoptando un modelo federal»
(1). Esta es una propuesta constructiva. Tres conceptos: negociación política, reforma
de la Constitución y modelo federal. No
ir por ese camino sería pudrir la situación.
En
ese contexto de reforma o elaboración de un nuevo texto constitucional el sindicalismo
confederal debe y puede intervenir desde su terreno, sus prerrogativas y señas
propias. No es una cuestión solamente de legítima oportunidad. Es su derecho y
obligación. Poner la cuestión social en el lugar que le corresponde. Tampoco es
una contrapartida sino el ejercicio de su responsabilidad. Así pues, debe plantear importantes novaciones
legislativas en el terreno del Estatuto de los trabajadores, de la reforma
laboral junto a un modelo de ius sindicalismo, tan endeble en nuestro país. Al
tiempo que debería plantear un nuevo modelo de relaciones laborales acorde con
estos tiempos de incesante innovación tecnológica. Cualquier enroque de las
organizaciones empresariales sería poner palos en las ruedas del nuevo
itinerario que se precisa. ¿Hay mimbres sindicales para ello? Ahora sí. Esperemos
que también los haya en la CEOE.
En
resumidas cuentas, después del 1 de Octubre: la ciudad del trabajo.
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