Joaquim González Muntadas
Director
de Ética Organizaciones SL
"La forma más
segura de corromper al joven es enseñarle a apreciar más a los que piensan como
él que a los que piensan de manera diferente"
(Nietzsche)-
En Catalunya vivimos tiempos de fuertes emociones, de
toques de corneta, de estrategias y aventuras que nadie sabe, a ciencia cierta,
cómo acabarán. Pero lo que sí sabemos ya es lo que estamos viendo estos días.
Negarlo sería una irresponsabilidad. Se está sembrando el campo del virus del sectarismo que puede acabar generando una peligrosa división social.
Quien tenga dudas acerca de estos riesgos, o considere que son exageradas las
afirmaciones de este primer párrafo, sólo tiene que repasar las muchas sandeces
y las delirantes fábulas que se han dicho y escrito sobre confabulaciones y
conspiraciones contra Catalunya y los catalanes durante el conflicto de los
vigilantes de Eulen en el aeropuerto de El Prat de Barcelona. Y, más graves
todavía, las muchas estupideces que se han vertido en relación con los
atentados de las Ramblas de Barcelona y Cambrils, que deberían avergonzar sólo
repetirlas. Unos comportamientos que indican que estamos demasiado cerca de una
peligrosa y temeraria práctica como es la exhibición de superioridad moral y el
desmesurado apasionamiento con "la causa”.
Empiezan a verse nubarrones que pueden amenazar la normal
convivencia social. Es evidente que está terminando la “revolución de las
sonrisas” cuando aparecen las sectarias respuestas y las descalificaciones que amplios sectores nacionalistas dedican a las personas y organizaciones que ahora, ya sin
complejos, han empezado a romper su silencio y a expresar su oposición a la
independencia de Catalunya, o incluso hacia aquellos, partidarios del derecho
de autodeterminación pero que anuncian que no piensan participar en el 1 de
Octubre, por entender que no tiene las garantías democráticas suficientes.
Es precisamente las muchas iniciativas que en estos días
están surgiendo desde diferentes ámbitos en toda Catalunya, que rompen ese largo silencio que ha servido para disimular la
discrepancia. Lo que provoca esas duras reacciones que marchitan ese "buen
humor" del que tanto han venido alardeando los sectores
independentistas durante estos años.
Quizás lo que de verdad, se descubre en estos días, es que
en realidad lo que ha facilitado esa imagen de buen rollo y “germanor” ha sido precisamente el silencio mantenido
durante estos largos años por parte del sector de catalanes y catalanas que no
participan de la causa independentista. Quizás el mérito de esta ausencia de
división social en Catalunya tenemos que buscarlo en el fair play de esa otra
mitad de la ciudadanía catalana, no independentista, que se ha tragado en
silencio y educadamente la incomodidad y anomalía que representa que las
instituciones públicas en Catalunya les ignoren sistemáticamente.
Quizás es ese fair play el que ha garantizado la falta de
crispación porque ha decido convivir, sin darle mayor importancia, con la
invasión abusiva, por parte de las instituciones de mayoría independentista, de
los espacios públicos que compartimos toda la ciudadanía - independentistas y
no independentistas- como han hecho con sus
banderas “esteladas” en ayuntamientos y rotondas, en muchos casos tan
inmensas y ridículamente exageradas como la que ondea en la Plaza Colón de
Madrid.
Quizás ha sido el silencio de esa otra mitad de la
población lo que permite explicar la tranquila convivencia social de estos
últimos años y el que ha permitido presentar una Catalunya irreal, obviando con
ello la comprobación de que las dificultades del proyecto de secesión no están
fuera de Catalunya. Porque están en la de propia sociedad catalana de la que al
menos la mitad se niega a fracturarse y a ver la solución de sus problemas
fuera de España y Europa.
Por todo ello no está de más advertirnos de que “cuidado que se está rompiendo la convivencia” cuando se rompen o se ignoran las reglas de juego
compartidas. Ya que, como escribía el 21 de noviembre de 2000 en un breve
artículo Rosa Montero en el diario El
País, “el sistema democrático no es más que un inmenso, hermoso,
transparente castillo de naipes. Se sostiene en el aire de milagro, no apoyado
en la fuerza bruta, sino en el respeto colectivo a la palabra dada; en la
aceptación, libre y generosa, de las reglas del juego”, y continuaba diciendo: “Que
no se nos olvide esa fragilidad en la joven España”.
Así que atención, porque parece que los
catalanes y catalanas que callaban han
decido hablar.
Nota editorial.--
El Manifiesto para el acto del día
21 de septiembre en Barcelona tiene
ya su web oficial, a ella deben dirigirse quienes deseen firmarlo ya sean de
Cataluña o no. La web se encuentra en https://manifest21s.com/
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