VaRUFAKIS AVISA A
PODEMOS: "NO PERMITAN QUE LA TROIKA LOS DIVIDA. SI LO CONSIGUE, LES
DESTRUIRÁ" (1).
Pero hasta donde todos sabemos
no es la troika la que está metiendo cizaña en Podemos. Son las diversas banderías palaciegas
las que dirigen una bronca de todos contra todos. Y precisamente en el peor
momento de su corta biografía. Así pues, no es la troika la que intenta destruir
a Podemos, sino ellos mismos los que se empecinan en avanzar hacia el despeñadero.
Porque en esa trifulca ninguno de los bandos es inocente. Precisamente en un
momento que no presagia nada bueno en la escena internacional, así en
Norteamérica como en Europa. Posiblemente Varoufakis no está bien informado.
Podemos se dirige a Vistalegre
2. Y cada día que pasa el rayo que no cesa de la bronca aumenta sus decibelios.
Por lo que nadie sabe cómo acabará la convención podemita. Ahora bien, sea como
fuere el evento acabará o con un claro vencedor o en tablas o sin orden ni
concierto. En la primera de las hipótesis la zahúrda seguirá a toda la
geografía del partido. El ganador y sus discípulos intentarán una paz
cartaginesa. Cartago será destruida. Ríanse
ustedes de anteriores escisiones de las izquierdas. Lo del PCE será una
jaculatoria.
Hasta ahora se han dado no pocas
explicaciones sobre la naturaleza de este descomunal bochinche. Una de las más
juiciosas las dio ayer, precisamente en este mismo blog, un lúcido Javier Terriente. En De Vistalegre 1
a Vistalegre 2 que, todo hay que decirlo, ha tenido unos niveles de
´audiencia´ muy elevados. Hoy, en La
Vanguardia, Pablo Iglesias el Joven, ha declarado algo que añade más motivos de
preocupación al análisis del primer dirigente de Podemos. Ha dicho: «Llevamos
diciendo desde el 15 M que vivimos unos tiempos que recuerdan a la república de
Weimar» (2). Es, a mi juicio, un planteamiento de un politólogo despistado, no
de un político atinado. La hipótesis de ese recordar a Weimar puede ser
atractiva, pero no por ello deja de ser desacertada.
Ahora bien, si Iglesias tuviera razón en ello, vale la pena decir
que no ha aprendido nada de aquel momento histórico. La profunda división en el
seno de la izquierda y la lucha fraticida en el interior de los partidos no es
la mejor técnica para los tiempos que
corren.
En definitiva, los problemas de Podemos vienen de muy atrás. De
haber hecho un diseño político con tiralíneas y de un análisis francamente despistado.
En todo caso, depende de ellos –solamente de ellos, y no de la troika-- la reorientación de todas las moléculas de
Podemos. En caso contrario, la orientación política que se impondría sería que
el último apague la luz.
Sergi Pàmies ha escrito recientemente algunas de sus vivencias en
relación a las vicisitudes de la ruptura de los comunistas españoles: «Pero como alguna vez os habéis proclamado herederos del
internacionalismo de izquierdas, os contaré una escena que tuve la desgracia de
vivir demasiadas veces. Camaradas de combate y hermanos de compromiso unidos
por una misma causa que, arrastrados por el tipo de obstáculos aparentemente
insalvables que hoy os obligan a adoptar expresiones teatralmente
mefistofélicas y rasputínicas, se acababan peleando a causa de un guion
marxista-leninista o de cualquier otra chorrada.
»Quizás porque todos eran ateos, las
peleas eran bíblicas y degeneraban en abismos dogmáticamente religiosos. De
modo que los hermanos, camaradas y amigos dejaban de serlo por decreto orgánico
y de repente sus hijos perdíamos el afecto de parte de la tribu. Y así, de
escisión en escisión, de congreso en congreso, de coalición en coalición, hasta
la derrota final. Pero, pasados los años, un camarada de los que inspiraron el
compromiso común cuando todo empezaba fallecía. Era un camarada que no estaba
lo bastante preparado para pertenecer a la élite elocuente y mediática pero sí
para dar sustancia moral a las siglas. En estos funerales, los escindidos, los
peleados, los hermanos de cárcel, huelga y exilio se reencontraban. Se
reconocían en el dolor por la ausencia y si aún les quedaba algo de decencia,
se abrazaban al salir del tanatorio, y como harán Errejón e Iglesias cuando
coincidan en el funeral de uno de sus actuales hermanos de causa, se
preguntaban: “¿Tú recuerdas por qué nos peleamos?”.
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