1.-- Mi padre adoptivo, el famoso maestro confitero Ferino Isla, me decía que la Justicia es tuerta.
Cuando tuve una aproximación a eso de la Justicia le pregunté el motivo de su
afirmación, porque yo había leído en el periódico que «es ciega». Es tuerta –me
insistió-- porque unas veces acierta y
otras se equivoca adrede. Digamos, pues, con los sabios de la Vega del Genil
que la Justicia es tuerta. Y que eso de «dura lex sed lex» (la ley es dura pero
es la ley) es según y cómo.
Si el maestro confitero
estuviera entre nosotros, tras liar un cigarrillo caldogallina, me diría que el Tribunal de Justicia de la Unión
Europea ha estado a la altura de lo que se esperaba. El Alto Tribunal ha
sentenciado que la banca española debe devolver que la banca española tiene que
devolver la totalidad de lo que percibieron por las cláusulas suelo de las
hipotecas. O sea, de un lado unos, 4.500 millones de euros; y, de otro lado,
5.300 millones por los intereses cobrados. Un buen pellizco: 9.800 millones del
ala. Y para asentar más el clavo diremos que la sentencia no admite recurso.
Primera conclusión provisional: no siempre Europa se comporta como una
madrastra.
La banca se lo ha merecido.
Impuso a sabiendas y queriendas tan leoninas condiciones. Desoyó las
advertencias de tan injusto proceder que le hicieron las organizaciones de
consumidores. Le hizo, además, la peineta a algunos representantes políticos de
la izquierda que habían puesto el grito
en el Cielo con tales cláusulas suelo. Y tiró por el camino de en medio, ella
siempre tan echá p´alante. Ahora, en
su voracidad está su penitencia.
2.-- No ha tardado en reaccionar el Ministro de
Justicia, Rafael Catalá,
que ha declarado a bocajarro que la solución del problema debe venir de los
implicados, esto es, de la Banca y de los agraviados. Es decir, el ministro –de
la tuerta o la ciega-- está avisando que
no admitirá ninguna proposición parlamentaria exigiendo la aplicación de la
sentencia. Más todavía, que si es derrotado en el Parlamento utilizará ese
argumento para ponerle el veto. Permítanme una miaja de chispa: si entre ellos,
los agraviados, estuviera Florentino
Pérez, el tal Catalá hubiera hecho otras declaraciones. Es más, habría
dictado las disposiciones pertinentes para que Florentino cobrara su aguinaldo
en Navidad.
¿Qué pasará ahora? Fácil de
adivinar: la banca tocará a zafarrancho de combate, moverá Roma con Santiago, y
sus servicios jurídicos –rábulas (picapleitos) de alta nombradía retorcerán los
textos con la idea de disfrazar la sentencia como una mera jaculatoria. O, ya
lo han insinuado, entablar negociaciones uno a uno con los afectados. Y todo
ello sin descartar que el Estado acuda al rescate de esos 9.800 millones de
euros.
Alguien tendrá que ponerse al
frente de un movimiento que presumiblemente se levantará para exigir el
cumplimiento de la sentencia del Alto Tribunal. El problema que tenemos
pendiente en nuestro país es la falta de un movimiento de consumidores que
pueda encabezar exitosamente la solución de un problema. Conclusión, también
provisional: ya va siendo hora de que espabilen algunos y organicen un
movimiento consumerista con cara y ojos. Por supuesto, que no actúe de compadre
de nadie. O sea, independiente a carta cabal. En concreto, un movimiento con
buenos encofradores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.