¿Saben algunos dirigentes de la
CUP quién fue Maquiavelo? Mucho me temo que
en el último comunicado de una de sus fracciones exhiben una descomunal
ignorancia. Sorprende –o tal vez no tanto— que una fuerza política que se
considera de izquierdas (o por lo menos culturalmente bien informada) use el
adjetivo «maquiavélico» con los mismos tonos e intenciones de lo más retrógrado
de las iglesias cristianas y las derechas más graníticas. A saber, en el
sentido de doblez, hipocresía, traición; en suma, malas artes. Esta es la
leyenda que se organizó contra el
secretario florentino con tanta
fuerza que penetró en el sentido común garrulo y para pasmo de propios y
extraños ha usado una fracción de la CUP contra otra de la misma organización.
Les explico: la CUP anda
revuelta y, siguiendo las viejas tradiciones de las izquierdas, sus diversas
tendencias cristalizadas se están tirando los platos a la cabeza. Ahora no
importa el motivo para lo que queremos decir. Uno de los grupos ha acusado al
resto de mantener posturas «sectarias y maquiavélicas». ¿Maquiavélicas? Veamos.
La primera en construir la
leyenda fue la iglesia católica, que desde 1559 envió las obras del secretario
florentino al Índice de libros prohibidos, creando sobre todo una imagen
negativa. El celo más encarnizado lo pusieron los jesuitas, que quemaron la imagen
de Maquiavelo en Ingolstadt por ser «coadjutor del demonio». Existe también un
antimaquiavelismo protestante: el primer Antimaquiavelo
fue publicado en 1576, escrito por un hugonote francés, Innocent Gentillet, que no quería dejar en manos de los
de Loyola el monopolio de un manjar tan suculento. Su ejemplo fue seguido por
el jesuita español Ribadeneyra.
No me resigno a poner en conocimiento de ustedes que, durante los «procesos de
Moscú» (léase las purgas estalinistas), el fiscal del Estado, Viscinsky, acusó a Kamenev, de haber prologado
El Príncipe, cuando ejercía de Embajador de la URSS en Roma. Ya lo pueden decir:
todas las religiones fueron el azote del «maquiavelismo».
Y en esas estamos cuando vemos
que, en un ajuste de cuentas político, una parte del grupo dirigente de la CUP,
tras dimitir, acusa al otro de comportamientos maquiavélicos. Con lo que una de
dos: o exhiben gallardamente su sequía cultural o se han contagiado de quienes,
desde los campanarios y las covachuelas de las derechas de secano, han
arremetido contra uno de los intelectuales más potentes que en la historia han
sido. Me imagino al profesor Julià
de Jódar, destacado diputado cupero, se le habrán puesto los vellos de
punta.
Nota bene.-- En la Santa Croce, Florencia, se encuentran las tumbas de italianos gloriosos.
En el bello monumento a Maquiavelo está esculpido: «Tanto Nomini Nullum Par Elogium” (“Ningún
Elogio Es Adecuado A Tanta Fama”. Como debe ser.
Una parte de la CUP le debe a Maquiavelo una
reparación pública. Cosa que le iremos recordando de vez en cuando. (En la foto, la tumba de Maquiavelo)
Plas, plas, plas.
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