sábado, 18 de junio de 2016

La CUP y Maquiavelo: ¿contagio o ignorancia?




¿Saben algunos dirigentes de la CUP quién fue Maquiavelo? Mucho me temo que en el último comunicado de una de sus fracciones exhiben una descomunal ignorancia. Sorprende –o tal vez no tanto— que una fuerza política que se considera de izquierdas (o por lo menos culturalmente bien informada) use el adjetivo «maquiavélico» con los mismos tonos e intenciones de lo más retrógrado de las iglesias cristianas y las derechas más graníticas. A saber, en el sentido de doblez, hipocresía, traición; en suma, malas artes. Esta es la leyenda que se organizó contra  el secretario florentino  con tanta fuerza que penetró en el sentido común garrulo y para pasmo de propios y extraños ha usado una fracción de la CUP contra otra de la misma organización.

Les explico: la CUP anda revuelta y, siguiendo las viejas tradiciones de las izquierdas, sus diversas tendencias cristalizadas se están tirando los platos a la cabeza. Ahora no importa el motivo para lo que queremos decir. Uno de los grupos ha acusado al resto de mantener posturas «sectarias y maquiavélicas». ¿Maquiavélicas? Veamos.

La primera en construir la leyenda fue la iglesia católica, que desde 1559 envió las obras del secretario florentino al Índice de libros prohibidos, creando sobre todo una imagen negativa. El celo más encarnizado lo pusieron los jesuitas, que quemaron la imagen de Maquiavelo en Ingolstadt por ser «coadjutor del demonio». Existe también un antimaquiavelismo protestante: el primer Antimaquiavelo fue publicado en 1576, escrito por un hugonote francés, Innocent Gentillet, que no quería dejar en manos de los de Loyola el monopolio de un manjar tan suculento. Su ejemplo fue seguido por el jesuita español Ribadeneyra. No me resigno a poner en conocimiento de ustedes que, durante los «procesos de Moscú» (léase las purgas estalinistas), el fiscal del Estado, Viscinsky, acusó a Kamenev, de haber prologado El Príncipe, cuando ejercía de Embajador de la URSS en Roma. Ya lo pueden decir: todas las religiones fueron el azote del «maquiavelismo».

Y en esas estamos cuando vemos que, en un ajuste de cuentas político, una parte del grupo dirigente de la CUP, tras dimitir, acusa al otro de comportamientos maquiavélicos. Con lo que una de dos: o exhiben gallardamente su sequía cultural o se han contagiado de quienes, desde los campanarios y las covachuelas de las derechas de secano, han arremetido contra uno de los intelectuales más potentes que en la historia han sido. Me imagino al profesor Julià de Jódar, destacado diputado cupero, se le habrán puesto los vellos de punta.  

Nota bene.--  En la Santa Croce, Florencia, se encuentran las tumbas de italianos gloriosos. En el bello monumento a Maquiavelo está esculpido: «Tanto Nomini Nullum Par Elogium” (“Ningún Elogio Es Adecuado A Tanta Fama”. Como debe ser.


Una parte de la CUP le debe a Maquiavelo una reparación pública. Cosa que le iremos recordando de vez en cuando. (En la foto, la tumba de Maquiavelo)


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