jueves, 2 de junio de 2016

Gobierno de centro izquierda o su contrario




Homenaje a Luciano Lama en el XX Aniversario de su muerte

Sugiero al grupo dirigente del PSOE que acepte las sugerencias de Jordi Gràcia en su artículo Riesgos reales que ha publicado  El País, hoy, en su edición catalana (1). Entiendo que ofrece una serie de pistas para que, con paciencia y buena letra, se vaya superando gradualmente lo que para un servidor es una doble crisis de identidad de dicho partido: una crisis de proyecto y una crisis de dirección. Ciertamente la crisis viene de muy atrás, pero se ha ido complicando en los últimos tiempos.

El PSOE se ha movido como pez en el agua durante la larga etapa del bipartidismo. Ahora bien, la quiebra de dicho sistema le ha sumido en una determinada perplejidad, de la que no acaba de salir. Por otra parte, el partido, durante ese periodo, no tenía contrincante alguno a su izquierda. Ahora, la irrupción de Podemos le ha comido un considerable terreno, especialmente en las zonas urbanas, que incluso podría concretarse en ser superado por los de Pablo Iglesias El Joven y sus amistades periféricas. Lo que, de ocurrir, significaría una enorme conmoción en el vecindario socialista. Damos por hipótesis aproximada que, si ello ocurriera, los demonios y los penates del partido se enzarzarían en una nueva querella pidiendo la cabeza de Pedro Sánchez.

Intento ver en las razonables sugerencias de Jordi Gràcia, una recomendación valiosa (y, sobre todo, útil) para que el PSOE varíe –todavía tiene tiempo--  substancialmente su campaña electoral. Ese giro debería ser aprobado en su Consejo federal con estas novedades: los adversarios no se encuentran a su izquierda sino a su derecha; compromiso solemne de que el PSOE formará gobierno, siempre que los números salgan, con la izquierda, aceptando los apoyos –o las abstenciones--  de quien tuviera a bien impedir que el Partido Apostólico (con o sin Rajoy) se hiciera con La Moncloa. Lo que, en el fondo, sería un potente mensaje de que se quiere un gobierno de centro-izquierda.

No ignoro las potentes enemistades internas que tendría un planteamiento como el que se describe, pero entiendo que sería mucho más útil que el empecinamiento de los poderes fácticos familiares. 



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