Vamos a tratar en este ejercicio
de redacción de dos novedades catalanas en el panorama político. Una, las
encuestas señalan que ERC
dobla ahora a su histórico amigo-enemigo CDC, el partido históricamente mayoritario de Catalunya: el
primero conseguiría 40 diputados, el segundo, 20. Otra, la refundación de los
convergentes en otro partido.
El vuelco electoral, si las
previsiones se confirman, tendría proporciones históricos, siempre que nos
atengamos al relativismo de tan pomposa característica. Ello tendría una
explicación aproximada en que, de un lado, el importante movimiento
independentista responde más al quehacer político de los republicanos que a los
planteamientos y prácticas de los convergentes y, de otro lado, en la mayúscula
corrupción del clan Pujol
y otros patriarcas catalanes, políticos o no, allegados a este. Por lo demás,
digamos que ERC ha adquirido una cierta ´respetabilidad´ (sea esto lo que
fuere) en la presente legislatura catalana por sus políticas que ya no
intimidan a las fuerzas económicas.
Hace meses Artur Mas tomó nota de que
CDC se encontraba en la fase de una parábola descendente. Su punto más
llamativo fue el “caso Pujol” que conmocionó lo más profundo de la sociedad
catalana y los intersticios de los amigos, conocidos y saludados de CDC. Así
pues, Pujol –y sobre todo el pujolismo militante-- contagiaba al partido en el presente y
dibujaba unas líneas inquietantes para el futuro. Era, pues, necesaria una
reconsideración del proyecto político de CDC. Las últimas elecciones
autonómicas, donde CDC se disfrazó de coalición (Junts pel Sí) y las pasadas elecciones generales
de diciembre pasado, bajo el nombre de Democràcia i Llibertat mostraron los
agujeros del queso convergente: la parábola sequía cayendo casi en picado. Con lo que o refundación o gradual declive político.
La conclusión que concretó Artur Mas fue refundación.
Esta opción tenía, además, otra
ventaja: la ruptura de Artur Mas con el cordón umbilical que le unía a su
pasado pujolista químicamente puro. Si Pujol fue el padre y la madre de CDC,
Mas lo sería de un nuevo partido, aparentemente –sólo aparentemente-- no contaminado por la zahúrda del viejo patriarca.
Si Artur Mas y sus allegados
consiguen la refundación de CDC es cosa del tiempo y, de por supuesto, qué
entienden por eso de “refundar”. Lo que se dice a sabiendas de las enseñanzas
del viejo refrán: «aunque la mona se vista de seda, mona se queda». Que es una
máxima que deben evitar los que se metan en operaciones refundadoras. Porque en
caso contrario corren el peligro del que ya nos avisaron los Hábiles (en el
Fausto de Goethe): «S no cabe ir de pie /
iremos de cabeza». Que podemos saborear en la magnífica traducción del
inolvidable maestro José María Valverde.
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