sábado, 31 de octubre de 2015

Catalunya vista desde la izquierda





Nota editorial. Publicamos en rigurosa exclusiva este texto de Jordi Casas Roca, que fue un destacado dirigente metalúrgico de Comisiones Obreras de Catalunya, miembro del comité de empresa de Lucas (antes Condiesel). Jordi Casas es hoy Doctor en Historia. Con mimbres como las de este caballero se hizo grande el sindicato. 


Jordi Casas Roca*

El pasado 27 de agosto el historiador Borja de Riquer escribía en La Vanguardia que “marginarse del proceso, aludiendo un purismo ideológico clasista, es una muestra de insensibilidad”, lo que hace falta es que “todas las izquierdas se impliquen en el gran proceso de cambio político y social catalán para modificarlo desde dentro”. El escrito era una crítica a las izquierdas catalanas (sin especificar, pero se entiende que se refería a PSC, ICV i EUiA) y a las izquierdas españolas, a las cuales atribuía nula capacidad para transformar España. Riquer indicaba que le sorprendía “el estado de confusión y división que vive la izquierda catalana”, la acusaba de “inhibirse en el proceso catalán”, de “dejar toda la estrategia hacia el Estado catalán en manos de ERC i CDC”, decía que “la vía catalana no puede ser partidista, sino transversal” y acababa su escrito augurando que si las izquierdas se quedan al margen del proceso, mirándoselo con menosprecio, “corren el riesgo de que sea la historia la que se olvide de ellas”. A parte de la grandilocuencia de la última frase, es evidente que Riquer hacia abstracción de un conjunto de elementos. Ni las izquierdas catalanas se miran con menosprecio lo que está pasando, ni negarse a dar carácter plebiscitario a las elecciones del 27-S es eludir la realidad, ni mucho menos actuar con “purismo ideológico clasista”. Riquer no ignora la cultura política de dichas izquierdas. ¿Pueden ignorar de una día para otro su cultura federal y todo lo que esto representa? ¿Deben hacerlo, cuando el Proceso aporta más incertidumbres que soluciones y, además, al precio de esconder el discurso social, las contradicciones de clase que se producen en la sociedad catalana? Y, por último: ¿La apuesta de CDC y ERC, que sólo se propone arrastrar al votante independentista, recoge el criterio de una propuesta no partidista, transversal, como reivindica Riquer?

Pasemos a otro texto. Jordi Amat, joven filólogo, en un reciente libro titulado significativamente El llarg procés, nos habla de la ofensiva del pujolismo para contrarrestar la hegemonía de la izquierda catalana en los sesenta y setenta del siglo pasado y nos recuerda una frase de Pujol de 1968: “Debemos prescindir, y en gran parte romper con el marxismo, que persigue –o al menos produce- la destrucción interna del contenido del nacionalismo y del cristianismo”. Amat nos recuerda que el acierto de Pujol “fue su capacidad para mimetizarse con las clases medias del país, presentándose como el defensor de un modelo de sociedad en el cual nunca acabó de capilarizar el discurso de la ruptura (…). Pujol entendió que el verdadero agente de cambio en Catalunya no serían las masas populares –como había vislumbrado el optimismo de la voluntad de un Solé Tura- sino unas clases medias que durante la dictadura, con relación a la política, habían estado fundamentalmente átonas y ausentes”.

Luego vendrían 23 años de pujolismo, de los cuales todavía tenemos pendiente hacer un balance que saque todas sus consecuencias. Es allí donde hay que buscar el  despiste de las izquierdas y no en el “momento político” y “el carácter de las elecciones del 27-S” como planteaba Riquer. Esta es la tesis que defiendo en estas páginas.



·   * Jordi Casas Roca. Nacido en Barcelona (1954). Doctor en historia por la Universitat Pompeu Fabra. Ha trabajado durante 42 años en una empresa importante del sector de la automoción, siendo presidente de su Comité de trabajadores por CC.OO. Es miembro fundador del Grup d’Estudis Locals de Sant Cugat del Vallès. Ha publicado tres libros: Història de Sant Cugat (2006, libro colectivo), Els barris dels nous catalans. Una visió de la immigració (2012) y La hisenda municipal catalana (2015). Es militante de ICV y miembro activo de varias entidades de su ciudad.

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