1.— Hoy, antes
de que la tarde languidezca y renazca la sombra, como diría el finado Hugo Blanco, el compositor de Moliendo café, Artur Mas habrá
firmado papel de convocatoria de las elecciones autonómicas catalanas del 27 de
septiembre. Disfrazadas con el extraño ropaje de plebiscitarias tienen como
objetivo confeso declarar la independencia de Cataluña según resulte la
relación de fuerzas. Este es el objetivo declarado de la coalición que
políticamente estructuran tanto Convergencia como Esquerra. La coalición se
llama Junts pel Sí, JPS, que algún ocurrente
se ha apresurado a rebautizar como Jordi Pujol
Soley, dada la casual similitud de las iniciales. Y, como se sabe, está
encabezada, que no dirigida, por un antiguo eurodiputado ecosocialista. No lo
está por Artur Mas que, según los acuerdos de los partidos que la apoyan, será
el futuro president de la
Generalitat, en caso de resultar vencedor en los comicios y
pueda formar gobierno.
Se trata de
una cosa chocante que, hasta la presente, no ha merecido una convincente
explicación por parte de JPS. Se trata además de una coalición que más bien
recuerda el Arca de Noé cobijando a neoliberales de viejo y nuevo cuño; a
democristianos de toda la vida, escindidos de la vieja Unió democrática de
Catalunya; a determinados próceres del maragallismo de alto postín; a personas
inequívocamente de izquierdas; y ciertas islas adyacentes de Mas y Junqueras.
Estas
elecciones, aunque no convocadas, estaban ya anunciadas desde hace meses. Y sin
embargo todavía es la hora de que Mas y sus alistados hayan propuesto programa
alguno para que el electorado se lo lleve a la boca. Todo queda fijado en un
solo planteamiento: la independencia de Cataluña. Este blog y sus amistades
tiene una opinión sobre la ausencia de programa por parte de JPS. Comoquiera
que no podremos juzgar el elenco de propuestas, dada su inexistencia, no
tenemos más remedio que analizar el pasado reciente de los verdaderos
protagonistas de la lista. Es decir, de la legislatura que hoy acaba
formalmente. Para nosotros, pues, el programa no es otro que la actividad
política llevada a cabo en los tres últimos años. Cosa que, por lo demás,
debería ser tenida en cuenta para todo tipo de comicios, tengan programa
electoral o no.
Digamos,
sin faltar a la verdad, que en los terrenos económicos y sociales se ha operado
una indistinción de estas políticas con las que ha puesto en marcha Mariano Rajoy. Y, diríamos más: quien primero usó
las tijeras a mansalva fue Artur Mas. No hace falta argumentar y detallar más
las cosas, porque quienes leen estas páginas son gente que está informada. El
gobierno catalán inauguró lo más crudo del neoliberalismo no sólo con la
intensidad de los recortes sino con el tipo de argumentación del por qué de tal vesania. «Recuerde el alma dormida y
avive el seso» el argumentario del consejero de Sanidad, Boi Ruiz, cuando
encendió la mecha. No hay consejería alguna que no haya pugnado por darle
marcha a la motosierra.
2.--
Recientemente, en este mismo blog, Joaquim
González Muntadas, una persona de
gran templanza, escribía al respecto de Cataluña un artículo lleno de pedagogía
política: ¿Para qué? La
independencia de Catalunya o una España en común. Dentro de pocos
días este mismo blog publicará una ampliación de dicha reflexión a cargo de Manuel Gómez Acosta.
No hace falta decir que comparto ambos planteamientos. Pero añadir algo
no menos interesante de lo que han planteado mis dos buenos amigos. A saber,
¿hay posibilidad alguna de que Cataluña se independice? No.
Puestos a alzar el punto de mira, diré que lo menos importante es la actitud de España. No digo que sea
irrelevante, afirmo que es lo menos importante. Quien de verdad corta el
bacalao es la Unión Europea.
Así es que no sean ustedes almas de cántaro. ¿Alguien piensa que si se abre
definitivamente el melón catalán no será una espoleta para los intentos
secesionistas de la Lega en Italia y los corsos en
Francia? Definitivamente, la Unión Europea
se negará tajantemente a admitir como socio a una Cataluña al margen de España.
¿Han caído ustedes en la cuenta de que las estrambóticas multas al CF Barcelona
y al Bilbao Athletic por parte de la
UEFA son un oblicuo aviso
de este organismo que ha actuado como holograma de la Unión Europea? Si no han caído
en ello es que ustedes no están al tanto de lo que ocurre en los pasillos de
los organismos transnacionales y del do ut des que se traen entre manos. Y, sin
embargo, destacados dirigentes de Convergència recuperan la idea de que la UE abrirá las puertas a un
nuevo estado, el catalán. No se trata de una ignorancia voluntaria, sino de agitación
propagandística.
Lluis Rabell, cabeza de lista de la coalición progresista Catalunya sí es pot, no ha tenido empacho alguno en
declarar que «si no hemos podido hacer un referéndum, menos podremos tener la
independencia» y que «una declaración unilateral de independencia la podemos
firmar ahora, pero no tendría efecto jurídico» (1). Son palabras temperadas que se escapan del
ambiente irasciblemente dogmático que llevamos respirando por estos pagos
cuatribarrados. Y fundamentalmente son las palabras de una persona que, curtida
en las actividades de los movimientos vecinales, sabe que una cosa es predicar (que es gratis)
y otra, bien distinta, dar trigo que ha es harina de otro costal. Rabell es que
una persona, forjada en la plaza pública, sabe que no puede decir lo que a
algunos les gustaría escuchar.
Rabell tiene razón. Es más, con toda seguridad sabe qué
responsabilidades adquieren ciertos políticos cuando proponen el oro y el moro,
cuando hacen propuestas que llevan a callejones sin salida. Este es el caso de
la independencia de Cataluña: un auténtico callejón sin salida. Me es
indiferente que una parte de los políticos catalanes se estrellen. Allá ellos.
Lo que, sin embargo, me parece intolerable es que se juegue obscenamente con
ilusiones y esperanzas de un sector no irrelevante de la ciudadanía; que pueda
provocar incluso enfrentamientos entre sectores diversos de la sociedad civil;
que los trabajadores se dividan por los intereses de otros. Así las cosas, la
ciudadanía acabaría derrotada –y, peor aún, dividida-- mientras que los de arriba, de Barcelona y de Madrid, recuperarían sus viejas
melosidades y seguirían jodiendo la marrana.
4.-- Alguien habrá que me
reproche que no se habla del Partido Popular y de las responsabilidades que
tiene en toda esta historia. Aclaro sin aspavientos: no soy amigo de argumentar
a base de compensaciones. En este blog hay suficiente literatura que habla del
Partido Popular y a ella me remito. Escribir que “el otro es un tal y un cual”
(incluso siendo cierto) no es argumentar, es compensar y, de esa manera, buscar
una aparente salida airosa. En este sentido recordamos las palabras del maestro
Giuseppe Di Vittorio cuando su
sindicato perdió las elecciones sindicales en la Fiat (1955). Todos los
implicados en aquel desastre se conjuraron para achacar aquella hecatombe a la
patronal y a los otros sindicatos. Di Vittorio puso las cosas en su sitio:
vale, convengamos en que los otros tienen el 95 por ciento de la culpa de
nuestra derrota, pero el cinco por ciento restante, que es el que nos
corresponde a nosotros, es nuestro cien por cien.
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