Nota editorial.- El
responsable de Estrategias industriales de este blog, Manuel Gómez Acosta, nos
propone una reflexión que pone el foco sobre prácticas habituales de la
administración estadounidense, prácticas que desvirtúan y contaminan la
libertad de comercio, las reglas del comercio internacional y que poco a
poco les permite ir imponiendo su asfixiante hegemonía. Recomendamos este
trabajo a quienes, por oficio, actividad o curiosidad, estén interesados en lo
que de manera manida se ha dado en llamar política industrial.
Escribe
Manuel Gómez Acosta
Ingeniero industrial
Desde una óptica mercantil, la
guerra económica dibuja un conflicto entre economías competidoras en el marco
de los intercambios internacionales. A lo largo de la Historia la disputa por
el dominio económico venia vinculado a la ocupación de territorios, el dominio
de los mares para asegurar el comercio internacional, el control de las
materias primas y de los puntos estratégicos (estrechos de Gibraltar y de
Ormuz, canal de Suez y Panamá) determinaban el liderazgo económico y la
hegemonía
Los Estados intentaban delimitar
mediante acuerdos sancionados por la máxima autoridad pontificia sus “zonas de
influencia”, el tratado de Tordesillas de 1494 fue un claro referente que
delimitaba los espacios de dominio de las dos grandes potencias coloniales de
su tiempo, España y Portugal. Por otra parte el dominio de los mares por las
potencias marítimas como el Reino Unido (La Compañía inglesa de las Indias Occidentales en
1600) y los Países Bajos ( La
Compañía holandesa de las Indias Orientales en 1602),
garantizaban el acceso a las materias primas y el control del comercio
internacional.
La guerra era puesta al servicio
de la economía, los mercantilistas apostaban por la expansión militar, no solo
contra las potencias adversarias sino contra naciones terceras más débiles. Se
trataba de la anexión de territorios que garantizaran la riqueza de la
metrópolis y reforzaran su liderazgo económico. Decía Jean- Baptiste Colbert, ministro de Luis XIV, rey de
Francia, que “las compañías de comercio son las armas del Rey y las
manufacturas sus reservas”. Para Maquiavelo
el liderazgo del Príncipe exige la guerra como instrumento para la hegemonía económica.
La guerra ha sido utilizada en
muchas ocasiones a lo largo de la historia como un factor de crecimiento
económico y la expansión militar como una garantía de liderazgo económico.
Otras teoría del pensamiento económico más liberal como Montesquieu apuntan que
“comercio y paz deben ir juntas a la par…”. Para los libres cambistas
progresistas, la prosperidad de unos contribuye a la prosperidad de los
otros. Ha habido posiciones claramente contrarias a la utilización de la guerra
como instrumento económico de dominio, las opiniones de economistas como John Maynard Keynes o Paul Krugman son claramente ilustrativas al
respecto. Krugman incluso se atreve a apuntar que el “concepto de guerra
económica deriva de la peligrosa obsesión por la competitividad sin límites…”,
¿hay algo más competitivo que eliminar la competencia?
La guerra económica hoy, el combate por la
hegemonía
La guerra económica en el pasado
fue un poderoso instrumento para conquistar la hegemonía; en la
actualidad las grandes potencias utilizan otros instrumentos para consolidar su
liderazgo. Hoy el combate por la hegemonía económica hace que las empresas
transnacionales, especialmente las norteamericanas, utilizan determinadas
prácticas para asegurar su hegemonía en el escenario internacional, sin tener
que recurrir a las aventuras bélicas.
Analicemos
sin ánimo de ser exhaustivos algunas de estas prácticas:
La llamada corrupción
“competencial” que contrata empleados de la competencia con información
sensible e incorpora de esta manera el know how desarrollado por las empresas
competidoras. Las prácticas de “lobbying”, técnicas que permiten
presionar a los decisores o influenciar sobre las decisiones bien sean
políticas o económicas. En algunos casos directamente a través de la corrupción,
en otras indirectamente a través de comunicaciones (“sites” web, mailings,
artículos de prensa, publicidad...) orientadas y dirigidas a influenciar las
opiniones y las “mentalidades”.
El uso de la “normalización”, es
decir normas y “estándares” en general , como son la recurrir a la
“seguridad”, los sistemas de información, la contabilidad, la trazabilidad… que
permiten en muchas ocasiones protegerse de la concurrencia extranjera,
imponiendo incluso determinados productos a países terceros en base a normas
prestablecidas. La utilización del idioma ingles como obligatorio en
concursos internacionales es norma común en la elaboración de pliegos de
condiciones para proyectos en países latinoamericanos donde el BID y el WB
(Banco Mundial) imponen el inglés como lengua de negociación y contractual,
contraviniendo las legislaciones nacionales y negando el uso de la lengua de
las instituciones de esos países.
La influencia socio cultural, en
muchas ocasiones los EE.UU., buscan posicionarse en determinados mercados de
interés, manejando todas las técnicas de la influencia y en particular la
influencia socio-cultural. Los Masters of Business Administration son la
referencia obligada en ese campo. En muchas ocasiones los films americanos son
los transmisores de una ideología y unos valores determinados que configuran
una especie de pensamiento único…”the american values”.
Las ONG, que en muchos casos
tienen una importante influencia cultural, económica y política, sobre
determinados países donde están implantadas, en muchas ocasiones son utilizadas
por las empresas como instrumentos de penetración en dichos mercados, lo
que sin duda facilita su dominio económico.
La “guerra” de la información, el
espionaje industrial, el uso de los servicios de inteligencia al servicio de
las empresas norteamericanas, les permite adquirir una superioridad económica
apoyándose en el factor cultural.
Boicots económicos de gran repercusión mediática
Nos detenemos en algunos casos de
mucha repercusión mediática que nos muestran la utilización de los boicots
económicos para imponer la hegemonía y el liderazgo de las empresas americanas.
La decisión del Presidente
francés François Hollande de aplazar la entrega de uno de los dos porta
helicópteros Mistral valorados en 1.200M € cada uno a su comprador Rusia. El
boicot a Rusia por su intervención en Ucrania es un claro acto de hipocresía
que solo perjudica a los intereses europeos facilitando la penetración de las
empresas americanas en un país como Ucrania, que ha sido debido a los errores y
las corrupciones de su clase política parte activa en la deriva del conflicto.
¿A quién beneficia el boicot a Rusia? ¿Debilitar la economía rusa reduciendo
entre un 10 y un 20% su PIB se entiende como algo positivo para la economía
mundial?
Las multas de 6.500 M€ impuestas
al banco francés BNP Paribas por operar con países no “correctos” y saltarse
las sanciones impuestas por EE.UU. a países como Cuba, Irán... En todos los
casos siempre las beneficiadas son las empresas americanas y las perjudicadas
las europeas competidoras .¿Por qué las empresa europeas no pueden trabajar con
los regímenes de Cuba e Irán y sin embargo las empresas americanas tienen
como principales clientes en la venta de armamento militar , países tan
democráticos como Arabia Saudí, Egipto, Qatar…y en su día a las dictaduras
latinoamericanas violadoras de los derechos humanos en los años 70 del pasado
siglo?
La legislación americana al servicio de su
hegemonía económica mundial
Analicemos con más detalle
algunas de estas prácticas que son habituales en la estrategia norteamericana
de ocupación del mercado europeo y global, con la adquisición de
tecnologías avanzadas a través de la compra de empresas y accesos a mercados
estratégicos, utilizando prácticas de filibusterismo empresarial.
La justicia americana
contra la “corrupción de los dirigentes europeos”.
La desestabilización del
competidor a través de la utilización del “chantaje” de los procesos
judiciales. Según la OCDE
la corrupción supone entre un 10%/20% del coste total de las grandes
operaciones en el mercado internacional. Los EE.UU. han desarrollado toda una
batería legislativa, que les permite “expulsar” del mercado a sus competidores
europeos, manipulando a su favor las políticas anticorrupción.
No solo practican la corrupción y
los sobornos las multinacionales europeas, las norteamericanas saben hacerlo
sin dejar huella. Sus técnicas
de corrupción son más sofisticadas y se inspiran en técnicas de blanqueo de
capitales utilizados por los
“cártels” de la droga sudamericanos.
La utilización de los
“servicios de inteligencia e información”.
En otras ocasiones los argumentos
sobre la “seguridad nacional” son utilizados como instrumento para
el espionaje comercial y tecnológico al servicio de las empresas americanas.
El NSSEE (National Security Strategy Enlargement and Engagement) tiene
como una de sus principales misiones, vigilar a las empresas que comercian con
países prohibidos, activar las sanciones, el seguimiento y la
trazabilidad de las tecnologías con aplicaciones civiles y militares. Se trata
de vigilar para que los competidores cumplan; la pregunta que nos debemos
hacer, ¿quién les vigila a ellos..? ¿Qué garantías existen que exijan la
aplicación de estas mismas medidas a sus empresas?
La aplicación
extra-territorial del derecho americano, les permite ventajas concesionales.
Desde los 80 las autoridades
comerciales y judiciales americanas han construido un arsenal legislativo
represivo para luchar contra sus competidores económicos. Las “Trade Actes”
y los embargos contienen disposiciones y mecanismos que permiten a los
responsables americanos de comercio, “United
States Trade Representative”,
identificar y sancionar aquello comportamientos de sus competidores que
consideran injustos para los americanos. Las sanciones y los embargos invocan
diferentes razones: proliferación nuclear (sanciones aplicadas a países como
China, Cuba, Corea del Norte, Pakistán, Cuba?..), lucha anti narcótico, (Colombia, Nigeria,
Myanmar, Cuba?..), la “defensa de los derechos humanos” ( la han
utilizado contra Angola, Bosnia, China, Croacia, Haití , Nicaragua,
Nigeria…Cuba..).
Destacamos la conocida ley
Helms/Burton contra Cuba de marzo de 1996, que consolidaba el embargo contra
Cuba e imponía sanciones a los países que se atrevieran a comerciar con la isla
.La instauración de la “Patriot Act” (2002) que utilizando como pretexto la
lucha antiterrorista y la seguridad de los EE.UU., permitía extender las
“escuchas” americanas a todos los azimuts para obtener información relevante
sobre las empresa extranjeras que compiten con firmas norte americanas.
Mecanismos proteccionistas
En otras ocasiones las
autoridades americanas que exigen en todos los foros internacionales el libre
comercio, utilizan toda una batería de leyes proteccionistas en defensa de sus
empresas y de sus intereses económicos. Citemos brevemente algunas de ellas, la “Federal Power Act” , que reserva la construcción y el
desarrollo de centrales eléctricas públicas solo para empresas y ciudadanos
americanos, las ”Jones Act” que restringe las inversiones
extranjeras en el ámbito de la explotación portuaria y la pesca, la CFIUS (
Committee on Foreign Investment in United States) , comisión federal norteamericana que
asegura que todos los proyectos de inversión extranjera en EE.UU. están
condicionados por su posible impacto sobre la seguridad nacional, el Building USA Act que
exige que los fondos federales se apliquen a fabricaciones con contenido local
(norte americano).
Conclusiones
En el pasado fue el recurso de la
guerra la que permitía ocupar territorios, garantizar el acceso a las materias
primas y el control de las rutas comerciales, es decir liderar la economía
mundial e imponer la hegemonía política y económica. Hoy día se utilizan
también medios mucho más sofisticados y menos “sangrientos”, sin renunciar por
ello al uso de las acciones bélicas como fue el caso de la guerra de Irak.
Medios que pretenden garantizar la hegemonía y el liderazgo mundial de
las grandes empresas norteamericanas, no solo por su capacidad tecnológica, su
dinamismo comercial y su competitividad innovadora, sino también por la
aplicación de estrategias políticas y comerciales, como las descritas en este
artículo, que favorecen el liderazgo empresarial americano en el mundo de la
globalización.
Como en otras épocas, la hegemonía
de la gran potencia de turno (España en el XVI, Francia en el XVII y XVIII,
Reino Unido en el XIX, EE.UU. en el XX y XXI?..), está amenazada. En esta
segunda década del XXI, surge como fuerza de futuro la gran potencia asiática, la China de partido único y
economía de mercado, pero eso es otra historia que exigiría una amplia
reflexión que dejaremos para otra ocasión.
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