Nota editorial.-- Esta es
una entrevista (1) que il manifesto ha hecho a Stefano Rodotà con ocasión de su
reciente libro La solidarietà un´ utopia necessaria,
tras la historia de Sandra, la obrera del film
Dos días y una noche. La traducción se la debemos a Zoílo Dentahelgado
(Parapanda).
Pregunta.-- Profesor Rodotà, ¿por qué se vuelve
a hablar de solidaridad?
Respuesta.-- La crisis ha hecho crecer las desigualdades y
ha ampliado la pobreza. Confiar en las fuerzas del mercado es una opción débil
que está por debajo de la necesidad de encontrar nuevos principios de
referencia. La solidaridad vuelve a emerger en los modos más diversos y supera
las distancias existentes. Por ejemplo,
en el discurso sobre las pensiones cuando se pone el problema de la solidaridad
entre las generaciones. En la salud donde no es posible limitarse al momento
actual para garantizar las condiciones mínimas de vida. No es un proceso fácil.
En las situaciones de dificultad las distancias pueden crecer junto a la
imposibilidad de ser solidarios.
¿Se puede ser solidario en las periferias de Roma o Milán entre
crisis, sentimientos xenófobos y desalojo de las casas ocupadas?
Me parece que estos
conflictos están inducidos también por quien quiere explotar las tensiones
existentes. Pero hay otra razón: mientras la gente estaba en condiciones de
pagar el alquiler de la casa no creían intolerable el hecho de que alguien
estuviera en dificultad o no pudiera pagarlo. Con la crisis nos hemos
encontrado en una situación conflictiva. Pagar un alquiler es intolerable
mientras otros no lo pagan. Las condiciones materiales de la solidaridad
parecen destruidas mientras registramos una destrucción del principio: se
construyen solidaridades de proximidad o vecindad y nos hacemos solidarios de
quien rechaza la solidaridad con los demás, con los más lejanos: los
extranjeros y los gitanos.
¿Cuál es su definición de solidaridad?
Creo
que el comentario de Luigi Zoja sobre la parábola del buen samaritano es
apropiado. Aquí Cristo muestra el contenido revolucionario: hay que amar al
extraño, no al prójimo. Amar al extraño es la clave de la solidaridad. La
solidaridad por vecindad y pertenencia es fácil. Hay que practicar la
solidaridad en tiempos difíciles que incluso nos llevan a rupturas. Si se
abandona la solidaridad caen bajo mínimos las condiciones de la democracia,
esto es, el reconocimiento recíproco y la paz social. Afirmo con Jürgen Habermas que la solidaridad es un principio que puede eliminar
el odio entre los estados ricos y los pobres. La solidaridad sirve, en efecto,
para señalar los fundamentos de un orden jurídico; si fallan tales fundamentos
nuestras dificultades se exasperan en el terreno social personal. En fin, la solidaridad es una práctica que
pone en el centro los derechos sociales. Este es otro punto del libro: los
derechos sociales no pueden separarse de los otros.
¿Qué contribución ha dado el movimiento obrero a la historia de la
solidaridad?
El Estado social ha modificado este idea del movimiento obrero. ¿Su
crisis permitirá que sobreviva la solidaridad?
Razonar sobre la
solidaridad como principio significa reconocer la historicidad. La solidaridad
estaba antes del Estado social y permanecerá también después. Por ello se puede
decir, hoy, que es el principio de
referencia para la reconstrucción del tejido político institucional y social.
Es necesario repensar la solidaridad más allá del Estado social. Por esto es
esencial fundar un nuevo espacio constitucional europeo que se inspire en ese
principio.
¿De qué modo se puede construir un espacio similar?
La referencia está
en la Carta de
los derechos fundamentales de la Unión
Europea , la
Carta de Niza en cuya redacción yo mismo participé. Aquella carte nació en 1999 en un contexto
político y cultural diferente al actual. Entonces se quería ir más allá del
Estado social nacional y se hizo una diagnosis más radical de la que
generalmente se hace hoy día sobre Europa.
¿Existe un sujeto capaz de poner la solidaridad en el centro de la
atención?
Estamos ligados a
una modernidad que reconoció al creador de los derechos en un sujeto social: la
burguesía hizo nacer los derechos civiles, los obreros los derechos sociales.
Después hubo una descomposición de los sujetos. Se ha hablado de una clase
precaria, de la de los hacker… Hay otras definiciones que demuestran la
existencia de condiciones humanas que superan el hecho personal y son hechos
políticos. Pero ello, por sí mismo, no basta. Por eso la solidaridad es
importante. Esta es la dimensión utópica: es la condición que nos permite no
resignarnos a la fragmentación social y a los mecanismos de exclusión.
¿La renta universal puede considerarse un instrumento
para afirmar la solidaridad a nivel europeo?
Estoy
convencido de ello. Muchos sostiene que entra en contradicción con el artículo
1 de nuestra constitución. Hay otra objeción: el reconocimiento de esa renta
debilita la lucha por el trabajo. En esa perspectiva veo un error. Si se considera
que el desempleo es siempre una fase transitoria y el pleno empleo queda como
un objetivo de gran alcance. Pero estos discursos quedan hoy muy lejanos. Sobre
la renta universal es posible proponer varias graduaciones: del mínimo al
básico. Todos ellos pueden utilizarse para liberar a cada uno del chantaje del
trabajo precario o no pagado; a conducir a una condición libre y digna; a
eliminar la competencia entre pobres. Montesquieu decía que necesitamos
instituciones, no promesas ni caridad.
La renta universal demuestra que la solidaridad es una utopía
profundamente enraizada en la realidad.
(1) http://ilmanifesto.info/storia/stefano-rodota-la-solidarieta-e-lutopia-necessaria-degli-esclusi/
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