¿CÓMO SE ENTRA A NEGOCIAR?
En este blog Quim González en Diálogo Social:
¿foto u oportunidad? y un servidor en ¿Hacia un pacto
social? hemos dado unas opiniones de urgencia sobre el encuentro
reciente entre el Gobierno (con Rajoy al frente), las organizaciones sindicales
y las empresariales. Vaya por delante
por coincidencia con lo planteado por Quim González. Y como no se trata de
repetir las consideraciones ya expuestas en los anteriores artículos entro de
lleno en algo que me parece de gran interés.
Mi impresión es que se ha ido a las conversaciones sin una información
previa a las estructuras. Esta forma de hacer las cosas, que no viene de ahora,
no cuenta con mis simpatías. Porque lo que está en juego es el carácter
participativo del sindicato Entre paréntesis: he dicho «participativo». Lo que
me lleva a las siguientes consideraciones: ¿hasta dónde puede llegar el poder
discrecional de los grupos dirigentes en el sindicato?, ¿qué relación hay entre
participación y grupos dirigentes? No son pejiguerías, ni tiquismiquis.
Son interrogantes cuya respuesta delimitaría qué vínculo establece el
grupo dirigente con sus propios afiliados y el conjunto de los trabajadores. La
red de actos participativos, normados en los Estatutos, establecería una
aproximada distinción entre sindicato-de-los-trabajadores y sindicato-para-los-trabajadores.
O de o para.
Se podría contrarrestar mi preocupación mandándome el siguiente recado:
«Oye, no es para tanto, ese encuentro con la patronal y el gobierno era
solamente una exploración de las condiciones». Vale, pero –si fuera de esa
manera— no era necesaria esa estética. En todo caso, comoquiera que apuesto (lo
dije en el artículo que cito arriba) por acuerdos –no hace falta añadir que
valgan la pena-- sería de conveniente
recibo que la cosa se orientara en un camino participativo, digno de ese
nombre: tanto en el inicio (los contenidos de la “plataforma”) como el
resultado final. Un resultado final que debería liquidar el viejo estilo: para
decir que no se firma basta la decisión de Pedro y Pablo, siendo uno y otro los
jefes de fila de las diversas cofradías políticas en el
interior del sindicato.
No hace falta que diga que con más participación el conjunto del
sindicato es más fuerte y, como hipótesis, más eficaz. Y también los grupos dirigentes salen más
fortalecidos y con una legitimación itinerante que consolida la legitimación de
origen.
Apostilla. No leerían bien lo que digo quienes piensen que sólo me
refiero a los grupos dirigentes confederales porque hay una opinión extendida
que entiende que se puede reclamar participación a los de arriba haciendo de su
capa un sayo cada cual en su parroquia.
En resumidas cuentas, el
sindicato no es (o no debería ser) una pirámide sino lo que, en geometría, se
conoce como un poliedro estrellado.
Radio Parapanda.-- Carlos Arenas en http://encampoabierto.wordpress.com/2014/03/29/contra-el-estado-de-malestar/#more-3846
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