sábado, 29 de marzo de 2014

¿CÓMO SE ENTRA A NEGOCIAR?




En este blog Quim González en Diálogo Social: ¿foto u oportunidad? y un servidor en ¿Hacia un pacto social? hemos dado unas opiniones de urgencia sobre el encuentro reciente entre el Gobierno (con Rajoy al frente), las organizaciones sindicales y las empresariales.  Vaya por delante por coincidencia con lo planteado por Quim González. Y como no se trata de repetir las consideraciones ya expuestas en los anteriores artículos entro de lleno en algo que me parece de gran interés.

 

Mi impresión es que se ha ido a las conversaciones sin una información previa a las estructuras. Esta forma de hacer las cosas, que no viene de ahora, no cuenta con mis simpatías. Porque lo que está en juego es el carácter participativo del sindicato Entre paréntesis: he dicho «participativo». Lo que me lleva a las siguientes consideraciones: ¿hasta dónde puede llegar el poder discrecional de los grupos dirigentes en el sindicato?, ¿qué relación hay entre participación y grupos dirigentes? No son pejiguerías, ni tiquismiquis.

Son interrogantes cuya respuesta delimitaría qué vínculo establece el grupo dirigente con sus propios afiliados y el conjunto de los trabajadores. La red de actos participativos, normados en los Estatutos, establecería una aproximada distinción entre sindicato-de-los-trabajadores y sindicato-para-los-trabajadores. O de o para.

 

Se podría contrarrestar mi preocupación mandándome el siguiente recado: «Oye, no es para tanto, ese encuentro con la patronal y el gobierno era solamente una exploración de las condiciones». Vale, pero –si fuera de esa manera— no era necesaria esa estética. En todo caso, comoquiera que apuesto (lo dije en el artículo que cito arriba) por acuerdos –no hace falta añadir que valgan la pena--  sería de conveniente recibo que la cosa se orientara en un camino participativo, digno de ese nombre: tanto en el inicio (los contenidos de la “plataforma”) como el resultado final. Un resultado final que debería liquidar el viejo estilo: para decir que no se firma basta la decisión de Pedro y Pablo, siendo uno y otro los jefes de fila  de las diversas cofradías políticas en el interior del sindicato.

 

No hace falta que diga que con más participación el conjunto del sindicato es más fuerte y, como hipótesis, más eficaz.  Y también los grupos dirigentes salen más fortalecidos y con una legitimación itinerante que consolida la legitimación de origen.

 

Apostilla. No leerían bien lo que digo quienes piensen que sólo me refiero a los grupos dirigentes confederales porque hay una opinión extendida que entiende que se puede reclamar participación a los de arriba haciendo de su capa un sayo cada cual en su parroquia. 

 

En resumidas cuentas,  el sindicato no es (o no debería ser) una pirámide sino lo que, en geometría, se conoce como un poliedro estrellado.

 


     Radio Parapanda.-- Carlos Arenas en http://encampoabierto.wordpress.com/2014/03/29/contra-el-estado-de-malestar/#more-3846


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