lunes, 10 de febrero de 2014

BOICOT A LA COCA COLA Y PENSAR LA IZQUIERDA



Nota. Debate en torno a Las cartas sobre la izquierda, el libro de Bertinotti y Terzi: http://vamosapollas.blogspot.com.es/, cuya primera aproximación la dio Paco Rodríguez de Lecea en PENSAR LA IZQUIERDA

 

 

José Luis López Bulla

 

 

Permíteme, amigo Paco, que me quite el sombrero por el trabajo que has hecho: una magnífica traducción donde se percibe la pasión bertinottiana y la templanza de Riccardo Terzi, dos virtudes que se complementan desde su visible divergencia, de un lado; y, de otro, esa recopilación metódica por bloques de reflexión que, a buen seguro, te ha representado un considerable esfuerzo. Presentas a quien quiera incorporarse a este nuevo debate un texto, «PENSAR LA IZQUIERDA», que me sugiere una avalancha de consideraciones.


En primer lugar, abres tu meditación con una pregunta retórica: «¿Tiene sentido hoy, José Luis, pensar la izquierda, o es pura pérdida de tiempo? ¿Con la que está cayendo, como diría de inmediato algún amigo?» Sabes perfectamente la respuesta: rotundamente sí, precisamente por la que está cayendo. ¿Acaso no caían chuzos de punta en 1848 cuando nuestros abuelos Marx y Engels escribieron el famoso Manifiesto comunista? ¿Y lo que caía en tiempos de Gramsci? Así pues, retengo que lo que dice un amigo “¿con lo que está cayendo y os poneis a filosofar?” es pura garrulería.

Ahora bien, a pesar de la abundante literatura al respecto –de politólogos licenciados y de meros aficionados, como nosotros dos--  no se puede decir que esa tensión de reformar la izquierda se traslade a la izquierda política. Y cuando lo hace, parece que el remedio acordado es darle solamente unas manos de pintura al viejo edificio. Poner la casa patas arriba, en esa perezosa actitud, podría escapársele de las manos.

Voy a hablar, si te parece, en torno a lo que está cayendo. Pero desde otra vertiente. Por ejemplo, también lo que está cayendo es la experiencia victoriosa de la huelga de la limpieza de Madrid, el triunfo ciudadano contra la privatización de la sanidad de Madrid y del nunca bien alabado como se merece, por victorioso, Gamonal y la solidaridad que ha provocado en los cuatro puntos cardinales. De esta manera concreta, a ras de tierra, podemos sacar algunas lecciones de aproximada utilidad para ese «pensar  la izquierda». Por eso, quisiera traer a colación una cosa que ha pasado desapercibida. 

El diputado socialista Rafael Simancas propuso el otro día, via twitter, que se hiciera, más o menos, un boicot a los productos de Coca Cola como protesta por los despidos masivos de sus factorias en España. «Bravo», me dije, «desde la política hay una señal solidaria efectiva contra la arrogancia de la multinacional».  El mensaje era: “Diputados socialistas no consumiremos @CocaCola hasta que no se garanticen sus empleos @cocacolaenlucha #cocacola0despidos”. Rauda como una centella la dirección del Grupo parlamentario socialista dice que ese mensaje involucra sólo al diputado Simancas, que es algo personal.  Es cuestión de preguntar: «qué le parece mal al grupo socialista de la propuesta de Simancas»? ¿es acaso una exhibición de extremismo? ¿está fuera de la ortodoxia de Rubalcaba? No tengo respuesta, pero sí una observación: el planteamiento de Simancas puede dar pie a una modesto «pensar la izquierda»; desde la ramplona y pacata respuesta del grupo socialista, el deseo de pensar la izquierda se aleja.

Querido Paco, todavía no he visto unas reflexiones –desde el recinto de la política— que describan políticamente  los acontecimientos más llamativos de los últimos meses: la huelga de la limpieza madrileña, la victoria del pueblo de Madrid paralizando la privatización de sus establecimientos sanitarios y las movilizaciones de Gamonal, ni de la relación de todo ello con la renovación de la izquierda. Así las cosas, ¿por qué los dirigentes políticos de una parte de la izquierda –la cuantitativamente mayoritaria—son ágrafos? Dispensa la contundencia de mi respuesta: a que los tres ejemplos no se corresponden con dar unas manos de pintura para renovar la izquierda. Son tres ejemplos que expresan la autonomía de la ciudadanía y de sus sujetos sociales. Más todavía, una ciudadanía que (en unos casos) mira con el rabillo del ojo y (en otros casos) se desentiende (en ocasiones con hostilidad) de la política.

Yendo por lo derecho, viejo amigo: no se oye a los familiares que escriben importantes artículos de opinión, clamando por pensar la izquierda; ni, menos todavía, a lo que fuera del «recinto» sucede en las calles y plazas de nuestro país. Tal vez por eso, nuestro Fausto Bertinotti se impacienta y tira del manual del Orlando furioso. Y, ¿quién sabe?, ahí esté una de las claves donde se refugia nuestro querido Riccardo Terzi.       


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