lunes, 18 de noviembre de 2013

LA HUELGA DE LAS LIMPIEZAS DE MADRID, CAPITAL DE LA GLORIA


Ahora toca lo siguiente: quitarse el sombrero, alzar la copa y brindar a la salud de los trabajadores y trabajadoras de las limpiezas de Madrid y sus familias. Tiempo habrá de los necesarios análisis que, en primer lugar, corresponden a los protagonistas; ahora es el momento de la alegría contenida. En todo caso, no me resisto a dar algunas pinceladas de celebración.

La primera: la plantilla se ha enfrentado, durante trece días, a ese mensaje tan rotundo como aborrecible del «es lo que hay», un constructo que alguien recalcó, en sentido contrario, durante el programa Salvados, dedicado al Precariado, dirigido por ese potente Jordi Ébole. «Es lo que hay» como símbolo de impotencia y resignación. La segunda: la plantilla sale de esta larga huelga unida y sintiéndose ganadora. Es más, constatando que un sector relevante de la ciudadanía madrileña le ha mostrado afecto y comprensión. Se trata, de una parte, de una unidad manifiesta entre los trabajadores entre sí y de ellos con los sindicatos; y, de otra parte, de una relación amable de todos con una ciudadanía que, en no pocos casos, ha tenido que verse representada por los protagonistas de la huelga. Así pues, se deberá reflexionar por qué en otras ocasiones similares, dentro del mismo sector, el conflicto no ha contado con la simpatía –es más, provocando bolsas de hostilidad--  de los vecinos. ¿Madurez o solidaridad de los habitantes de Madrid? ¿Hartazgo de ese fatídico «es lo que hay? Sea como fuere –o tal vez por ambas cosas a la vez--  unos y otros han escrito un jalón en la historia de la acción colectiva democrática.

Por lo demás, han sido trece días de lucha contra la impunidad. De una impunidad a la que querían acogerse las empresas que ofrecían unas condiciones de basura. Que planteaban con tétrico desparpajo ese «es lo que hay». Pues bien, como un espejo, los huelguistas, devolviendo la metáfora, se plantaron y dijeron: por nuestra parte, esto «es lo que hay».

Me permito un ruego: escribid el relato de los orígenes del conflicto, del desarrollo de la huelga, de los estados de ánimo, de todos esos pormenores que podríamos llamar la antropología de la huelga. Eso no puede quedar en el aire porque la memoria es frágil. Y algunos la retuercen, basta con decir que la alcaldesa, la Thatcher Chica, ha declarado que el resultado de que no haya despidos se debe a la reforma laboral. 

Desde Pineda de Marx os saluda José Luis López Bulla, que ha rejuvenecido cuarenta años.


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