El Ministro
Guindos ha declarado que va a crear una comisión de expertos para que elabore un dictamen que conduzca a la reforma fiscal, a la que se ha comprometido
Rajoy.
El problema
de estas comisiones (pomposamente llamadas de «sabios») es que suplantan las
responsabilidades de la política, apareciendo sus propuestas con el embozo del
cientifismo de la técnica. Primero las ecuaciones y después veremos cómo encaja
la decisión política. O, si se prefiere, es el contagio del famoso
planteamiento del ingeniero Taylor: mi sistema de organización del trabajo es
científico, por lo tanto no hay alternativa en su contra. Es la consolidación de la presunta
objetividad de las leyes económicas, de manera que sólo (y solamente) existe
una única agenda posible: la definida por los algoritmos matemáticos que nos
presentan los técnicos, convertidos hoy en noblesse
d´ État. Lo que comporta, la despotenciación no sólo de la circunferencia
sino especialmente del círculo de la democracia. Digamos, sin embargo, que no
estamos planteando una confrontación entre la técnica y la democracia, sino
entre la utilización partidaria y dogmática de la ciencia, directamente
promovida por los poderes, para que aquella conduzca a unas «soluciones» previamente
deseadas por dichos poderes.
En
resumidas cuentas, de la razón democrática se ha pasado a la razón tecnocrática
con todos los estragos habidos y por haber. Si Platón habló del rey filósofo,
ahora lo que está en el orden del día es el «rey tecnócrata». Que, como aquel,
es irresponsable de sus decisiones –esto es, cuenta con la impunidad. El rey tecnócrata que, como ha reconocido
recientemente el Fondo Monetario Internacional con relación a Grecia no
estuvieron acertados ni en el diagnóstico ni en las soluciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.