Convergència i Unió plantea un gobierno de coalición
con Esquerra Republicana de Catalunya para la gobernabilidad cotidiana y la
convocatoria de un referéndum sobre la independencia. Esquerra Republicana, a
su vez, responde que se limitará a darle su apoyo mediante un pacto de
legislatura. Naturalmente, no ignoro las diferencias entre un gobierno de
coaligados y un pacto de legislatura. Sé que hay diferencias estéticas, pero a
decir verdad no veo exactamente, en este caso concreto, las diferencias
políticas. Políticos de vuelo gallináceo me dirán, y no les faltará razón, que
así las cosas CiU pecha con los inconvenientes de gobernar en solitario y ERC
se libra de los tropezones. El vuelo gallináceo tiene esos melindres.
Pero, en mi opinión, los cálculos de ERC tienen
otras variables: si hace coalición de gobierno deja en manos de otros la
visibilidad de ser la oposición. Abre la posibilidad de la recuperación de los
socialistas catalanes, sitúa a Iniciativa como fuerza más enérgica contra los
recortes (anunciados por Mas antes, durante y después de las elecciones
autónomicas) o posibilita, en su caso, una hipótesis de unidad de acción entre
los socialistas e Iniciativa contra la política económica del gobierno catalán.
Si ERC opta por la opción estética, esto es, el apoyo desde fuera del gobierno está
enviando el siguiente mensaje: el trueque es a cambio del referéndum sobre la
independencia. Sin embargo, el resultado global de las elecciones no cumple, ni siquiera, la condición necesaria
(menos todavía la condición suficiente) que estableció Artur Mas para proceder
a la convocatoria, esto es, que se le diera la mayoría excepcional. De ahí que así CiU como ERC –tanto si hacen
gobierno de coalición como la segunda apoya exteriormente a la primera-- están metidos en un callejón sin salida. Porque
Por otra parte, las condiciones que ha presentado
ERC para dar su apoyo exterior no dejan de ser pura quincalla. Abordan sólo y
solamente las virutas de las políticas neoliberales de CiU dejando incólumes no
sólo los grandes recortes sino el núcleo duro de las privatizaciones en algunos
sectores públicos de especial relevancia que serán apoyadas entusiásticamente
por el Partido popular. A las que un amplio sector de la ciudadanía seguirá
enfrentándose. Hablando en plata, ERC sólo podrá poner un poco de mercromina y
una tirita a la sangría neoliberal. ¿Vale, pues, ese apoyo desde fuera a cambio
de un referéndum que, como se ha dicho, ha quedado políticamente archivado por
CiU? Esta es una pregunta retórica de la que, tal vez, ERC todavía no sepa la
respuesta.
En resumidas cuentas, se podría dar esta paradójica
situación: ERC apoya el planteamiento convergente de que Catalunña “tenga
estructuras de Estado” mientras da soporte a la desestructuración del Estado de
bienestar.
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