CC.OO.
y UGT de Catalunya presentarán en sus congresos un protocolo de
unidad de acción. A tal fin se plantea un comité de enlace (1). Esta es la importante noticia que ha saltado
a los medios en puertas de los próximos congresos de ambos sindicatos. La
novedad de todo ello es que las sostenidas relaciones unitarias de ambos
sindicatos, presididas hasta ahora por unos razonables buenos usos y costumbres,
tendrán unas normas. Se habla, además, de entrar en el complejo tema de la
representación en los centros de trabajo. Si esto es así parece claro que se
abre una nueva fase en la acción colectiva del sindicalismo confederal.
Desde esta bitácora llevamos tiempo insistiendo en la necesidad de abrir
ese camino. Nuestro razonamiento ha seguido este hilo conductor: los trabajadores
se afilian a un sindicato a través de un nexo preferentemente social; ambos
sindicatos, a través de la cotidiana práctica de la independencia, esto es, su
propia personalidad, han roto las amarras de antaño con relación a los partidos
políticos (lo que no significa indiferencia al cuadro político-institucional);
unos y otros pertenecen en igualdad de condiciones a las dos grandes organizaciones
supranacionales: la Confederación
Europea de Sindicatos y la Central Sindical Internacional;
las grandes movilizaciones en curso, que se vienen acentuando desde el inicio
de la crisis han ido fortaleciendo no ya momentos de encuentro sino una continuada
acción colectiva unitaria de considerable espesor; los desafíos ante esta
crisis (y los retos ante los procesos de innovación-reestructuración de los
aparatos productivos) exigían algo más
que la unidad de acción. Planteaban la
apertura de un ciclo nuevo que, a tenor de las informaciones recibidas, parece
que está abriéndose.
Están bien los apegos a las nobles tradiciones. Pero ya el mismísimo
Karl Marx nos hablaba de la metamorfosis. Ahora se trata de eso.
Por
lo demás, tengo para mí que este es un buen momento para abrir ese itinerario:
el conjunto asalariado necesita un sujeto (más) fuerte para encarar el vendaval
neoliberal con su potente relación con los apostólicos
fernandinos de nueva planta.
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