Son los datos, y no las
especulaciones politológicas, quienes nos hablan de la indistinción entre los
termidorianos del gobierno central y los nacionalistas de derechas catalanes.
La vieja prueba del nueve lo demuestra con la agresión al Estado de derecho y
sus leyes al ejercicio constitucional de la huelga. Sus protagonistas más
destacados son Mariano Rajoy y Jorge Fernández, patrones de la caverna; Artur
Mas y Felip Puig, representantes de la moqueta. Veamos hasta qué punto sus
comportamientos representan la degradación de los valores democráticos y el
empecinamiento en el ataque sistemático al ejercicio del derecho de huelga.
Lo del día de ayer no fue ninguna sorpresa, estaba cantado que Fernández y Puig, la caspa y la brillantina, entrarían a saco sin distingos de edad: un venerable anciano en Madrid, insumisamente sentado en la calzada, y un chavea de trece años en Tarragona chorreando sangre por la cabeza y la cara; es sorprendente la relación que existe entre furia represiva y la persona agredida: más saña conforme la persona es más desvalida. Los responsables: los hombres de Harrelson y los de un resucitado Josep Dencàs. Desentrañemos los elementos comunes de entrambos comportamientos.
Lo del día de ayer no fue ninguna sorpresa, estaba cantado que Fernández y Puig, la caspa y la brillantina, entrarían a saco sin distingos de edad: un venerable anciano en Madrid, insumisamente sentado en la calzada, y un chavea de trece años en Tarragona chorreando sangre por la cabeza y la cara; es sorprendente la relación que existe entre furia represiva y la persona agredida: más saña conforme la persona es más desvalida. Los responsables: los hombres de Harrelson y los de un resucitado Josep Dencàs. Desentrañemos los elementos comunes de entrambos comportamientos.
La falsedad de la
cuantificación de la huelga, la ridícula cantidad que ofrecieron de los participantes
en las oceánicas manifestaciones y el paroxismo agresivo –ilegal, además, por
cuanto los de la porra blindada siempre estuvieron sin su correspondiente placa
de identificación-- contra los
manifestantes. Todo ello viene a confirmar la indistinta idea (la misma de
Rajoy y Mas) de que la política es cosa exclusiva de los profesionales para ser
ejercida (sólo y solamente) en las instituciones. Fuera de esos ámbitos, que cada vez se van
estrechando más, la gente debe ser un conjunto de borregos cantando Me gusta cómo bala la ovejita. Ellos
y sólo ellos son los únicos cabrones (de momento, en la acepción de machos
cabríos) que deben guiar el rebaño.
Quien ha expresado esta idea
con nitidez ha sido el presidente de la
CEOE : “dejemos que los cauces del malestar se expresen por
vías democráticas, a través de los representantes en el Parlamento”. O lo que
es lo mismo: el ejercicio constitucional del derecho de huelga está fuera del
Estado de derecho. No se trata sólo de una idea inquietante; es algo subversivo;
no es que envíe el ejercicio de la huelga al extrarradio sino que la elimina
del cartapacio del Estado de derecho.
Tenemos un problema
democrático en nuestro país, y son los gobiernos del Partido popular y del
nacionalismo de derechas catalán quienes lo crean. Tenemos una cuestión
democrática, y es el primer dirigente empresarial quien lo teoriza.
Ahora bien, afortunadamente
existe una sociedad que no se deja amilanar. La huelga –calificada en portada
por El Periódico como “muy general”— ha
tenido unas proporciones enormes; las
manifestaciones (no sólo las de las grandes capitales sino también en los
pueblos) han sido masivas y, aunque el seguimiento de la huelga en los pequeños
comercios fue desigual, es un dato cierto que este sector se va incorporando
gradualmente al conflicto social: esta es otra novedad.
Así pues, esta es la partida
de ajedrez: de un lado, el intento de demediar el Estado de derecho y sus
institutos jurídicos; de otro lado, una parte considerable de la sociedad
–organizada de manera estable o puntualmente--
que defiende las libertades. Es
el choque antiguo entre el termidorismo y la libertad; el termidorismo que usa
y abusa de la servidumbre voluntaria
y el ejercicio consciente de la libertad. En resumidas cuentas, ¡hay mimbres!
En efecto, hay mimbres en
Europa. Lo nuevo de esta acción ha sido la movilización en el viejo continente.
Una gran acción de europeísmo social, que contesta el monopolio de la política
de los partidos tradicionales. Pero ya tendremos ocasión de hablar de estas
cuestiones. Vale.
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