En efecto, se trata de un intento de anticipo de
referéndum. Pongamos que hablo de la oceánica concentración en Madrid.
En mi opinión esta gigantesca movilización consolida
y amplia todo el anterior proceso y propone un salto de cualidad de gran
alcance: un desafío de masas al gobierno y, por extensión, a todo intento de
suplantar la política democrática por los poderes de la burocracia. Es, ante
todo, una visible reunificación de todo lo que sectorialmente se ha
puesto en movimiento en los últimos meses. Debo decir que ha sido un acierto la
“coreografía” de la concentración: marchas sectoriales, cada una con el color característico de la camiseta y la
reunificación de todas ellas al final. Posiblemente el “creativo” de esa puesta
en escena estaba poniendo énfasis en que estamos en un momento en que se ha
captado –tal vez definitivamente-- que
no hay una salida (digna de ese nombre) sector por sector. Esto es, el Estado
del bienestar no es un conjunto de tapas variadas independientes las unas de
las otras; no es un conjunto de retales, almacenados en un cajón de sastre.
Ahora bien, el referéndum
que se exige no tendrá lugar. Porque va más allá de la voluntad política de
este gobierno de los peores. La tecnodura europea no lo permitirá. Así es que la
aparente firmeza de Mariano Rajoy, despreciando la consulta, no será otra cosa
que otro acto de sumisión a la tecnodura. De una Unión europea que ha sido
descrita lúcidamente por Antonio Baylos:
Decíamos que el referéndum no tendrá lugar. Así las
cosas, hemos de considerar que ello complica las cosas al policéntrico movimiento
social que ha convocado la manifestación en Madrid. En ese sentido, la pregunta
es: ¿cómo continuar la presión sostenida? Lo primera respuesta que me viene a
la cabeza es: manteniendo la unidad de todo el vasto abanico de fuerzas y
movimientos que han convocado el 15 de septiembre. La segunda es: ligando todo
lo que se decida unitariamente con la cuestión europea. Lo que no excluye, sino
que exige la presión directa al gobierno
español. En eso están con lucidez temperada los dirigentes sindicales y el
movimiento de movimientos que significa la Cumbre social.
Mientras tanto, Mariano Rajoy permanece “amarrado al
duro banco / de una galera turquesca”: una clara premonición de don Luis de Góngora
y Argote.
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