domingo, 16 de septiembre de 2012

EL OCÉANO 15 DE SEPTIEMBRE




En efecto, se trata de un intento de anticipo de referéndum. Pongamos que hablo de la oceánica concentración en Madrid.

En mi opinión esta gigantesca movilización consolida y amplia todo el anterior proceso y propone un salto de cualidad de gran alcance: un desafío de masas al gobierno y, por extensión, a todo intento de suplantar la política democrática por los poderes de la burocracia. Es, ante todo, una visible reunificación de todo lo que sectorialmente se ha puesto en movimiento en los últimos meses. Debo decir que ha sido un acierto la “coreografía” de la concentración: marchas sectoriales, cada una con  el color característico de la camiseta y la reunificación de todas ellas al final. Posiblemente el “creativo” de esa puesta en escena estaba poniendo énfasis en que estamos en un momento en que se ha captado –tal vez definitivamente--  que no hay una salida (digna de ese nombre) sector por sector. Esto es, el Estado del bienestar no es un conjunto de tapas variadas independientes las unas de las otras; no es un conjunto de retales, almacenados en un cajón de sastre.

Ahora bien, el referéndum que se exige no tendrá lugar. Porque va más allá de la voluntad política de este gobierno de los peores.  La tecnodura  europea no lo permitirá. Así es que la aparente firmeza de Mariano Rajoy, despreciando la consulta, no será otra cosa que otro acto de sumisión a la tecnodura. De una Unión europea que ha sido descrita lúcidamente por Antonio Baylos:


La Unión europea se ha desprendido de golpe del ambicioso proyecto político que sostenía, compatibilizar la lógica del mercado y de las libertades económicas con un amplio espacio de goce de derechos políticos y sociales, y lo ha sustituido por un diseño de subordinación global de la política al poder enorme, invisible y supranacional del capital financiero, afianzado sobre un esqueleto fuertemente autoritario. Los gobiernos de los países europeos – con más ímpetu los conservadores, pero sin que los socialdemócratas hayan podido sustraerse a esta tendencia – han seguido al pie de la letra las instrucciones de los grandes bancos en una política de austeridad expansiva que ha implicado la destrucción de millares de puestos de trabajo, la degradación de los derechos laborales, la reducción de la protección social y el empobrecimiento de la población en general. Las políticas puestas en práctica de forma unánime consideran el incremento de la desigualdad social  como la condición para generar  “la riqueza de las naciones”. Pero además han garantizado normativamente a través de medidas de aplicación general sin encaje jurídico comunitario – es decir, fuera de los cauces de la legalidad europea – el mantenimiento del equilibrio presupuestario y la reducción radical del gasto público y social, condicionando las ayudas económicas para la financiación de la deuda soberana al mantenimiento de estas políticas. En los países más sometidos por tener un  mayor porcentaje de endeudamiento privado, se ha inducido a cambiar la constitución e introducir la regla de la prohibición del déficit público, mientras que en otros se ha impuesto un gobierno técnico dirigido por gente de confianza de las finanzas globales. La autonomía de la política, que implica la capacidad de los pueblos de elegir las líneas generales de la actuación pública, ha quedado anulada.


Decíamos que el referéndum no tendrá lugar. Así las cosas, hemos de considerar que ello complica las cosas al policéntrico movimiento social que ha convocado la manifestación en Madrid. En ese sentido, la pregunta es: ¿cómo continuar la presión sostenida? Lo primera respuesta que me viene a la cabeza es: manteniendo la unidad de todo el vasto abanico de fuerzas y movimientos que han convocado el 15 de septiembre. La segunda es: ligando todo lo que se decida unitariamente con la cuestión europea. Lo que no excluye, sino que exige  la presión directa al gobierno español. En eso están con lucidez temperada los dirigentes sindicales y el movimiento de movimientos que significa la Cumbre social.

Mientras tanto, Mariano Rajoy permanece “amarrado al duro banco / de una galera turquesca”: una clara premonición de don Luis de Góngora y Argote.  

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