sábado, 31 de marzo de 2012

LA VIOLENCIA DE LOS FERNÁNDEZ-BOYS EN LA HUELGA GENERAL






La foto muestra la carga policial frente al ayuntamiento de Albacete. Don Luis Collado, jurista, profesor de la Universidad de Castilla La Mancha y editor de la prestigiosa editorial Bomarzo, es zarandeado por los fernández-boys.



Hacía muchos años que no se veía una actuación general de las fuerzas policiales tan desmesurada e intimidatoria como lo sucedido durante el día de la huelga general. Naturalmente son órdenes del ministro Fernández que, ya siendo gobernador civil de Barcelona, hizo de las suyas. Recuerdo perfectamente la brutal carga policíaca contra la marcha de los trabajadores de Lemmerz desde Manresa hasta Barcelona en medio de un descampado. El hijo de Agustí Prats, el gran dirigente del textil –me disculpo porque no me acuerdo del nombre de pila de Prats Jr.— dejó fotografiado el ensañamiento policial contra un centenar de pacíficos manifestantes. Lo puedo decir alto y claro porque yo estaba allí y mis espaldas son testigos de algunos porrazos.

Diversas son las derivadas que se desprenden del mandato ministerial de zurrar la badana a los manifestantes. Que, de manera esquemática, pongo en circulación. Primero, hacer visible que el derecho constitucional de huelga y manifestación es algo que se tolera discrecionalmente por parte de la autoridad gubernativa. Segundo, esta contingencia –administrada por la porra y el correaje—equipara el conflicto social a mera cuestión de orden público. Tercero, a mayor abundamiento (y para explicitar el alboroto) se recurre a los alumnos del Cojo Mantecas para que armen tal gresca que permita a los fernández-boys intervenir antidemocráticamente a destajo.   

Pero hay en todo ello una operación estratégica, esto es, que especialmente las capas medias se alejen de quienes ejercen la protesta y se echen en brazos de un orden, que por otra parte es el que provoca su empobrecimiento gradual: el orden del neoliberalismo de Estado. Más todavía, se trata de una opción que conduciría a desvirtuar los bienes democráticos de la huelga y la manifestación a través de leyes y reglamentaciones que, al menos su germen, ya están en la cabeza de Fernández y del consejero catalán Puig, el nuevo Dencás a quien Gerald Brenan, en su libro "El Laberinto español", le atribuye una súbita connivencia con la derecha española, singularmente con José María Gil-Robles.

Por otra parte, el sindicalismo confederal –al tiempo que denuncia, y lo está haciendo, todo ello--  debería reflexionar a fondo sobre los piquetes que pone en marcha en estas grandes solemnidades. No es la primera vez que lo digo: repetiré tres cuartos de lo mismo que manifesté en el Primer congreso de Comisiones Obreras de Catalunya, allá por el año de gracia de 1978. Estos instrumentos esporádicos, los piquetes, deben ser sólo y solamente mecanismos pacíficos de información y extensión de la huelga. De una huelga que está convocada para el conjunto asalariado.

De ahí que no entienda la obsesión que, en pocos casos, tienen algunos piquetes en paralizar el pequeño y pequeñísimo comercio. Cuestión diferente son las grandes superficies y los grandes almacenes. Pero eso es cosa diferente de la tabernilla de la esquina o de la mercería de la plaza que se empeña en abrir ese día. El sindicalismo ha convocado a una huelga general de trabajadores asalariados, no a esos sectores de comerciantes. ¿Que no quieren ir a la huelga?  Allá ellos y su compromiso con la población huelguística: se toma nota y durante mucho tiempo se compra en otros lugares.

Vamos a ver si reflexionamos atentamente sobre la obsesión (legítima, por supuesto) que tenemos con ciertos grandes almacenes que, en cada huelga general, acabamos de manera no exitosa. Digamos las cosas con claridad: el mejor piquete para que hagan huelga –pongamos que hablo de El Corte Inglés--  es crear pacientemente organización sindical. ¿Qué es difícil? Por supuesto, pero ese es nuestro desafío democrático y nuestra responsabilidad como organización. Es difícil, ciertamente, quebrar la hegemonía del amarillismo en esos sectores. Pero esa es sobre todo nuestra obligación.

Radio Parapanda. Habla Gabriel Jaraba:   Éxito rotundo de la huelga general



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