jueves, 10 de noviembre de 2011

CONTRA LA IMPUNIDAD




Parece que se está alargando la idea de que nadie es responsable de nada. No es que se esté ampliando por sí sola sino que la están organizando de manera eficaz. Parodiando a Bécquer: “la primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido”. La crisis ha venido y nadie sabe cómo ha sido, ni quienes son los responsables.


Dos elementos se superponen en esa dirección. De un lado, se estructura la impunidad; de otro lado se pone en marcha el ventilador con la idea de repartir las responsabilidades: todos somos responsables de que la primavera, perdón, la crisis haya venido sin saber nadie cómo ha sido. De un lado está el garantismo hipócrita que invoca la impunidad sólo para los poderosos, rompiendo la civilidad de los ordenamientos jurídicos; de otro lado –y como consecuencia, natural-- se traslada la responsabilidad a un abstracto todos: todos somos responsables de los enormes estropicios que organizan los impunes. Que repetida ad nauseam está calando de manera tan grosera como eficaz.


Así las cosas, queda sepultada toda propuesta de denuncia (y propuesta alternativa) de soluciones cuando, es un ejemplo, empezaron a ir mal las cosas, nada más empezar el diluvio (casi) universal de este conjunto de crisis superpuestas. Se puso en marcha la impunidad y apareció el conejo en manos de los prestidigitadores: “hemos vivido mucho tiempo por encima de nuestras responsabilidades”, que –al igual que el aria de La calunnia, del Barbero de Sevilla-- se inició como un venticello y fue transformándose en un colpo di canone.


¿Se trata de una operación de cinismo recalcitrante? Por supuesto, pero lo esencial es que se corresponde con algo más contundente: la propia esencia del turbocapitalismo que ha derrotado (al menos momentáneamente) la vieja ética de la responsabilidad. El cascarrabias de Calvino ha sido desvencijado por los mercados desrregulados.


Por otra parte sería de agradecer que alguien escribiera sobre la relación entre impunidad y autolegitimación o, si se prefiere, entre impunidad y autorreferencialidad. Porque también se está ampliando eso de endosar responsabilidades a los demás, preferentemente a través del denuesto. Parecía que se había agotado la posibilidad de insultar a pueblos enteres llamándoles vagos y casi maleantes, pero se trataba de una falsa ilusión como lo ha demostrado ese Duran i Lleida con relación a todo lo que no es su propio corral.


Radio Parapanda.
La dignidad de la política - Homenaje a Miguel Núñez. Escribe Isidor Boix.


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