lunes, 21 de febrero de 2011

EL 23 F Y SUS ALREDEDORES



No éramos pocos en aquellos entonces los que pensábamos que Santiago Carrillo y Marcelino Camacho exageraban el peligro de golpe de estado. Es más, recuerdo que, en cierta ocasión, me abstuve a la hora de votar un informe de Marcelino Camacho en la dirección del sindicato. Todo lo más, considerábamos que dentro de los militares había un aguerrido grupo de deshechos de cantina, ciertamente ultras del mucho hablar pero que, al final, no podrían dar el golpe. No era esta la opinión del grupo dirigente del PCE. Que, de hecho, fue el único partido que avisaba continuamente de las idas y venidas, de los ruidos de fronda de correajes de diverso pelaje, paisanos de distinta condición y periodistas de alcanfor.


No quisiera enfadar a nadie, pero el resto de las fuerzas democráticas tuvieron comportamientos que iban desde el tarambanamente aventurero hasta la inopia más acrisolada. Ese estar en Babia por parte de tales fuerzas democráticas, hecha la excepción del PCE, tal vez podría explicar que todavía no conozcamos el núcleo duro del golpe. Me explico: puede ser que quienes estaban haciendo, en aquellas calendas,
la puta i la Ramoneta no quieran que se tire de toda la manta: la puntita nada más. Vale, por último me permito recordar ANATOMÍA DE UN INSTANTE DE COMISIONES OBRERAS DE CATALUNYA. A propósito de Javier Cercas.


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