El amigo Miquel Àngel Falguera i Baró en su artículo SEGURIDAD SOCIAL, IZQUIERDA Y FRATERNIDAD dice cosas de gran importancia. Aparentemente, a simple vista, da la impresión de que es una crítica razonada a los parciales de don Quintín el Amargao, esa izquierda chuchurría que se empeña en dar lecciones a todo el mundo menos a ella misma. Sin embargo, nuestro hombre hace algo más notable: proponernos por qué veredas podría caminar la izquierda para reconducir muy seriamente las grandes cuestiones de la Seguridad Social y del Estado de Bienestar en general. Como se comprenderá esto es más importante que polemizar con los esfinterologemas (los razonamientos que surgen de los músculos del ano) del amargao don Quintín. Ni que decir tiene que comparto lo que dice Miquel Falguera. Ahora bien, me será permitido añadir algunas pinceladas para, desde otra mirada complementaria, reforzar los argumentos de nuestro autor.
Primera pincelada. Falguera afirma que “el pacto welfariano ha sido dejado sin efectos por la oligarquía, tras la derrota sin paliativos de la izquierda, el triunfo del neoliberalismo y la instauración del “capitalismo popular”. El autor me va a permitir que introduzca una enmienda constructiva; yo diría que “el pacto welfariano está siendo ásperamente atacado por la oligarquía, tras la derrota sin paliativos de la izquierda, el triunfo del neoliberalismo y la instauración del capitalismo popular”. Lo que equivale a considerar que, a pesar del durísimo ataque contra el pacto welfariano, siguen en pie importantes conquistas del Estado de bienestar.
Segunda pincelada. Falguera es del (atinado) parecer que “Si el pacto welfariano ya no está en vigor –y no lo está salvo para quien no quiera verlo-- ¿qué impide a la izquierda reencontrarse con aquellas viejas reivindicaciones a las que renunció en su día? Si un contrato se rompe por una de las partes, la otra no está limitada por lo que en su día ambas pactaron y tiene manos libres en los compromisos adquiridos”. A lo que habría que añadir, por mi parte, lo que sigue: el pacto welfariano se dio en el contexto de la hegemonía del sistema de producción fordista; el tránsito del fordismo hacia otro paradigma comporta un desequilibrio del Estado de bienestar tal como lo hemos conocido. O lo que es lo mismo, el nuevo paradigma requiere un conjunto de tutelas –un nuevo pacto welfarístico, si se quiere— que sea expresión de ese nuevo sistema. De no hacerlo (gradualmente, por supuesto) estaremos siempre con el ay ay en el cuerpo y más expuestos a todo tipo de ataques desde babor y estribor.
El problema es que las izquierdas siguen, unas, en Babia y, otras, en Chez Maxime. Así es que no parece seguro que desde las files de don Quintín el Amargao se sepa configurar el (necesario) modelo que plantea Miquel Falguera. Desde los sindicatos hay la hipótesis de que pueda ser. Pero con una condición: que suelten el lastre de la chatarrería fordista que sigue presidiendo su argamasa cultural. También por esa razón necesitan todo el apoyo del mundo.
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