Primero. He visto por ahí que se ha publicado un libro en Alemania que es el resultado de un diálogo entre el doctor Karl-Ludwig Schibel y el profesor Oskar Negt. Podría tener, en castellano, como título aproximado “¿Por qué son todavía útiles los sindicatos?”. Me imagino que los sindicalistas de nuestro país pueden encontrar nuevos motivos para argumentar el papel del sindicalismo confederal a la luz de lo que dé a entender este libro, que todavía no conozco. Desde luego, la personalidad de Negt da para eso y mucho más.
Un servidor sólo le ha leído en Kant y Marx. Un diálogo entre épocas
que viene a ser la lección magistral de cuando dejó, por motivos de edad, la vida académica. Un gran texto, ciertamente.
Oskar Negt es uno de los grandes intelectuales alemanes de la Escuela de Frankfurt (discípulo de Adorno): filósofo y sociólogo, cuyo libro “Ciencia obrera en la sociedad tecnológica” (1973) contribuyó tuvo en su época una gran repercusión. Nuestro hombre estuvo algún tiempo como ayudante de cátedra de Habermas. Ahora bien, lo que tal vez no se sepa es que este profesor fue, durante años, uno de los principales sindicalistas de la IG Metall. Es decir, Negt se fajó en las cosas cotidianas y conoció de primera mano la fascinación de ser sindicalista. Pues bien, el libro-entrevista que he mencionado podría ser objeto del deseo de ser traducido y publicado en alguna editorial sindical. Otra hipótesis, tal vez más realista, es que algún personaje influyente (pienso en mi sobrino, Antonio Baylos) hablara con la gente de Trotta --allí tiene mucha mano-- para que lo editaran. Seguro que se vendería como rosquillas... Bueno, eso es lo que hay que decirle al director de la editorial.
Segundo. Desde luego no es muy frecuente que dos intelectuales (y de tanto prestigio) se pongan a conversar monográficamente sobre la “cuestión sindical”: en España, ciertamente, esto sería tan raro como que las ranas criasen pelos. En todo caso es el sindicalismo confederal quien debería interrogarse al respecto. De igual manera, tampoco es frecuente que el mundo de la ciencia y la técnica reflexionen (al menos en público) sobre las cosas del sindicalismo. Abro un paréntesis: debo recordar que una de las explicaciones del espectacular avance del taylorismo fue la tupida red de contactos que Don Federico Taylor tejió, en sus tiempos, con el mundo universitario de todo el planeta.
La conversación entre Nagt y Schibel, como se ha dicho, gira en torno “a la utilidad del sindicalismo” en estos tiempos que corren. Lo que, a simple vista, podríamos llegar a una primera aproximación: ¿no parece conveniente que ha llegado la hora de establecer algo así como unos puentes de diálogo entre el sindicalismo y el mundo de la ciencia y las humanidades? Esto es, la apertura de un espacio de conversaciones entre los saberes académicos y los conocimientos empíricos de la acción sindical? Es cierto que nunca fue fácil, y es más cierto todavía que siempre hubo –aunque disfrazados de cordialidad o simulaciones-- una tensión, explicitada o no. Ahora bien, tengo para mí que los grandes problemas del mundo contemporáneo no pueden ser abordados de manera unilateral por el sindicalismo. De ahí su necesidad de abrir (formal o informalmente, ¡doctores tiene la Iglesia!) ese puente con la economía y la sociología, con el derecho y la medicina, con la filosofía y las disciplinas técnicas. Nagt y Schibel nos envían, a mi parecer, algo más que un guiño. De ahí la propuesta de que una Orden mendicante insista en la publicación de esta singular conversación: la de dos intelectuales que “son de los nuestros”.
¿Hay algunas experiencias acerca del nuevo diálogo que se propone? Claro que sí, y algunas de ellas están ya muy consolidadas. Por ejemplo, la Fundación Sindical de Estudios es un ejemplo maduro: casi semanalmente celebra coloquios de alto nivel con intelectuales y científicos de alto copete. Sobre el mundo de la vivienda, acerca de la sanidad, en torno al Derecho del Trabajo, con relación a la juventud. Y, sin ir más lejos, a las cosas de la información: Iñaki Gabilondo estuvo el otro día dando una conferencia en la mencionada Fundación. Me atrevería a calificar como extrovertidas esas maneras de relacionarse con el universo que no es el sindicato. O sea, puede haber sequía en algunos lugares, pero en otros tiene vigencia la famosa copla de Los cuatro muleros, que inigualablemente cantó Pepe Marchena: “está lloviendo en el campo, mi amor se moja”.
Nota . La foto de arriba nos ofrece la prestancia de Don Pablo, XV Barón de Parmisán, con su encantadora esposa en la puerta de la hidalga casona.
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