martes, 16 de marzo de 2021

Iglesias, no entres al trapo


 

La situación política española se asemeja a una tormenta en un vaso de agua, azucarillos y aguardiente. Zafarrancho de género chico con pretensiones de drama calderoniano. No pocos de los personajes que se mueven en esta zarzuela no han pasado de la regla de tres simple. Pero lo más llamativo es la estridencia con que se miran y comentan los acontecimientos. Somos el país de lo esdrújulo. Aquí no hay términos medios; este es el país de las cimas y las simas.

Ahora, la burra que no se había ido del trigo vuelve a su trigo: es la burra de la polarización esdrújula entre los hunos y los hotros, sabiendo que ambas especies se pueden reproducir y se reproducen tanto en el secano como en el regadío, en la jara o en bajo de guía.

Los Idus de Marzo presagian un incremento del voltaje –tanto en la senescencia como en las caras de acné--  de la política. Covadonga Ayuso ha  tirado la primera piedra: «Comunismo o libertad», que es lo mismo en estos momentos, aunque tenga otros efectos, que decir «Cuatro esquinitas tiene mi cama / cuatro angelitos guardan mi alma». Esperemos que Iglesias no muerda el anzuelo y vaya a las cosas, las cosas, las cosas, que es el único terreno donde puede batir a su contrincante. Y que no la subestime.

España es también un mentidero a granel. Y, parafraseando al maestro Enric Juliana, se diría que aquí se comenta la situación más de lo que podemos engullir. El vaso de agua, azucarillos y aguardiente provoca más parloteo que el debate inconcluso de por qué Aníbal no atacó a Roma cuando parecía que las cosas le iban rodadas. Hannibal ad portas.

«Comunismo o libertad» es la leyenda que Covadonga Ayuso bordará en el escapulario de sus cruzados. Iglesias debería aprender de aquel Ortega, el filósofo de Borox, que para ciertos menesteres recomendaba  «parar, templar, cargar y mandar». En definitiva, Iglesias debe zafarse de la presión pastueña de sus adversarios y escoger él mismo el terreno de juego.

Sin embargo, lo que estamos refiriendo --«agua, azucarillos y aguardiente»-- tiene su complemento. Son los comentarios de quienes, cicateros vocacionales o por subvención, rebajan el corajudo gesto político de Iglesias y lo explican estrambóticamente; es la ensoñación del tertuliano que pone una vela a san Antón y otra a la Purísima Concepción.

Esta la tesis de los prudentes. Iglesias ya tenía previsto dejar el Gobierno y contar como substituta, en principio, con su señora esposa. Puro calisay.

La cuestión es –al menos, en este caso--  en no significarse aludiendo al novísimo hecho de que un vicepresidente deja el gobierno y se dirige a la incertidumbre. Aplaudir en vida sigue siendo raro en este país. Tampoco aplaudieron a Eugenia de Montijo que «dejó las aguas del Darro por las del Sena».

Post scriptum.---  Iglesias debe visitar la ciudad de Chinchón y allí recordar a don Venancio Sacristán con «Lo primero es antes»

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