LA «REFUNDACIÓN DEL SINDICATO»

Hace meses
que Fernández Toxo planteó la necesidad de «refundar el sindicato». Y
precisamente ayer publicábamos en este mismo blog un artículo del amigo
Riccardo Terzi, dirigente del Sindicato de Pensionistas de la CGIL, orientado en la misma
dirección: La representación
sindical como conflicto en el espacio democrático, donde nos hablaba
que este era un proyecto de Antonio Pizzinato durante su breve mandato como
secretario general de la confederación italiana. La necesidad de un proyecto
tan ambicioso se explicaría, a mi entender, por los siguientes motivos: 1) el
paradigma ha cambiado radicalmente desde mediados de los años ochenta del siglo
pasado donde el viejo fordismo ha ido derrumbándose; 2) la incesante
reestructuración-innovación de los aparatos productivos; 3) la acelerada
globalización… Todo ello ha generado una serie de novedades en el trabajo (o
más bien los trabajos), en la
condición asalariada y en las necesidades del conjunto asalariado. Más todavía,
los ataques sistemáticos contra el universo de los derechos sociales y la
ofensiva contra el Estado de bienestar exigen, además y sobre todo, la
«refundación del sindicato» que en su día reclamara Pizzinato y que, en estos
momentos, demandan Toxo y Terzi.
Al menos para nosotros, españoles, esa gran
operación nos coge en un momento adecuado: una envidiable unidad de acción
sindical, una considerable estabilidad en las estructuras sindicales y los
importantes procesos de movilización en curso. Es, pues, un momento oportuno
para empezar los pespuntes de ese proyecto. En lo atinente a CC.OO. la cosa
parece, también, de lo más oportuna: se trataría de ver qué indicios y apuntes
existen en lo aprobado en el reciente congreso para ir, gradualmente, refundando el sindicato.
En todo caso, y como golpes de brocha gorda,
me planteo los siguientes interrogantes.
n
¿Es posible un
proyecto de esta envergadura que no contemple, a su vez, la «refundación» de
las estructuras sindicales supranacionales?
n
¿La refundación
implica unas nuevas formas de representación dentro y fuera de los centros de
trabajo?
n
¿La refundación
exigiría un golpe de timón en los objetivos y características de la negociación
colectiva y las políticas de concertación?
n
¿Esta ambiciosa
operación debería reflexionar y proponer nuevas formas del ejercicio del
conflicto social, no alternativas a las tradicionales sino complementarias?
Y, por último, en estos golpes de brocha
gorda: ¿no sería de obligada referencia un debate a calzón quitado sobre las
características del dirigente sindical? Esto es, de qué manera accede a los
puestos de responsabilidad. Reconozco que este es un tema que no concita muchas
amistades, pero resulta que la propuesta es «refundar» el sindicato, y esto –parece
claro— son palabras mayores. Y palabras mayores son, de igual modo, que todas
las variables que compongan la función del refundar sean compatibles
entre sí. Porque, como alguien ha dicho, un proyecto no es un zurcido de
retales.
Doy por sentado que la refundación de la
ciudad confederal no es coser y cantar, ni tampoco se hace en un plis plas. Es
un proceso no lineal, con sus avances y tartamudeos, que siempre debería contar
con la correspondiente verificación en su itinerario, aplicando el viejo método
de acierto y (corrección del) error.
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