miércoles, 22 de diciembre de 2021

El Partido Popular como problema


 

La política española tiene una anomalía: hecha la excepción de algunos partidos periféricos, la derecha no existe. Entiéndase, las derechas tal como se entienden en nuestros alrededores europeos. Este es el eje central de una conversación que hemos tenido esta mañana, a la espera de que nos toque algo de la lotería, unos cofrades alrededor de unas tazas de chocolate con tejeringos. Así pues, el problema, no es sólo ni principalmente, que Pablo Casado sea aproximadamente un inepto. O sea, no es Casado quien exactamente formatea una manera de ser de su partido, sino que su partido es la cantera y el abrevadero de pintorescos personajes que, a su vez, conforman una organización pendenciera políticamente y corrupta hasta el colodrillo.

Es posible que una explicación de lo que estamos diciendo –o al menos una parte de la explicación— sea que la ´derecha´  doméstica fue fundada  en 1977 por franquistas de tomo y lomo. Nadie de la lucha antifranquista (que fuera moderado o conservador) tuvo ningún papel en la reconversión de las camisas azules en Alianza Popular. Ese es el genoma de la ´derecha´ que ha ido transmitiéndose hasta nuestros días. Una derecha anómala por su origen que ha ido corrompiéndose más a lo largo del tiempo. Si el Partido Popular podía o puede dar otros dirigentes de la derecha convencional europea es cosa que no sabemos, y no es cosa de tirar de contrafácticos.

Casado es, con todo, el paradigma de la ineficacia e inutilidad de su partido: un personaje que no fue delegado de curso, dirigente estudiantil, jefe de escalera ni ninguna otra distinción que pueda exhibir en su cursus honorum. Los platós de televisión y su cara bonita fueron los primeros cargos institucionales que tuvo este caballerete.

Un personaje chocante. Que miente y, mucho me temo, que no sabe que está mintiendo. Un niño consentido, en definitiva. Torpe hasta el cielo de la boca. Tomo un modesto botón de muestra de la inconsistencia del hombre de Palencia. Semanas después de que el FMI afirmara que, entre todas las  ministras europeas, Nadia Calviño era la mejor para un alto puesto de la institución; semanas después, digo, Casado afirma que esa señora «es la peor ministra de la historia de España».

Recapitulando: hoy por hoy el Partido Popular no da más de sí, y de sus faldones sólo puede salir, de momento, un máximo responsable como este repelente niño Vicente.     

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