La
política española tiene una anomalía: hecha la excepción de algunos partidos
periféricos, la derecha no existe. Entiéndase, las derechas tal como se
entienden en nuestros alrededores europeos. Este es el eje central de una
conversación que hemos tenido esta mañana, a la espera de que nos toque algo de
la lotería, unos cofrades alrededor de unas tazas de chocolate con tejeringos. Así
pues, el problema, no es sólo ni principalmente, que Pablo Casado sea aproximadamente
un inepto. O sea, no es Casado quien exactamente formatea una manera de ser de
su partido, sino que su partido es la cantera y el abrevadero de pintorescos personajes
que, a su vez, conforman una organización pendenciera políticamente y corrupta
hasta el colodrillo.
Es
posible que una explicación de lo que estamos diciendo –o al menos una parte de
la explicación— sea que la ´derecha´
doméstica fue fundada en 1977 por
franquistas de tomo y lomo. Nadie de la lucha antifranquista (que fuera
moderado o conservador) tuvo ningún papel en la reconversión de las camisas
azules en Alianza Popular. Ese es el genoma de la ´derecha´ que ha ido transmitiéndose
hasta nuestros días. Una derecha anómala por su origen que ha ido
corrompiéndose más a lo largo del tiempo. Si el Partido
Popular podía o puede dar otros dirigentes de la derecha convencional
europea es cosa que no sabemos, y no es cosa de tirar de contrafácticos.
Casado
es, con todo, el paradigma de la ineficacia e inutilidad de su partido: un
personaje que no fue delegado de curso, dirigente estudiantil, jefe de escalera
ni ninguna otra distinción que pueda exhibir en su cursus honorum. Los platós de
televisión y su cara bonita fueron los primeros cargos institucionales que tuvo
este caballerete.
Un
personaje chocante. Que miente y, mucho me temo, que no sabe que está
mintiendo. Un niño consentido, en definitiva. Torpe hasta el cielo de la boca.
Tomo un modesto botón de muestra de la inconsistencia del hombre de Palencia.
Semanas después de que el FMI afirmara que, entre todas las ministras europeas, Nadia Calviño era la
mejor para un alto puesto de la institución; semanas después, digo, Casado
afirma que esa señora «es la peor ministra de la historia de España».
Recapitulando:
hoy por hoy el Partido Popular no da más de sí, y de sus faldones sólo puede
salir, de momento, un máximo responsable como este repelente niño Vicente.
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