La
democracia española tiene un grano en el culo: son determinados sectores muy
influyentes del poder judicial; no se trata de una práctica justiciera sino de
una actividad militante que busca la caída del gobierno de izquierdas. Esta
guilda exhibe un indisimulado odio cartaginés contra Pedro
Sánchez. En algunos de ellos hay ecos de aquel tristemente célebre Jaime Mariscal de Gante,
que primero fue policía franquista y después juez del Tribunal de Orden
Público.
La
reciente sentencia del TC, que comentábamos ayer por encima, ha causado estupor,
también en los ambientes jurídicos europeos que empiezan a ver con preocupación
el inmoderado uso de los atajos y licencias que el Tribunal Constitucional ha
utilizado. La justicia española vuelve a estar en coplas en Europa. En primer
lugar, por su interesado apalancamiento, que ya dura años, en el cargo
sobrepasando indebidamente el tiempo reglamentario. En segundo lugar, por su
torcida praxis ideologicista. Y, finalmente, por su profunda división: la
sentencia se ha tomado con la mitad del
tribunal en contra. (¿Quo vadis, Encarna Roca? A la vejez,
viruelas).
Háganse el favor de documentarse a fondo. Lean lo que sobre
estos particulares escribe un lúcido Antonio
Baylos
en: ALARMA
ANTE EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Post
scriptum.--- Algunas amistades no paran de darme ánimos y muestras de afecto:
observen cómo, tras mi breve estancia en el Hospital de Mataró, me cuidé esa
noche. Naturalmente estuvimos comentando eso del «grano en el culo».
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