La
novedad: Estrasburgo avala los indultos. El triángulo escaleno de las
irascibles derechas españolas está que trina. Su consuelo es aplaudirse a sí
mismas en Colón—2. Es el reencuentro de Casado con los de Vox y el penúltimo intento de Arrimadas de convencer a los suyos de «antes
morir que pecar». Ahora bien, si damos importancia a lo que ha dicho
Estrasburgo hemos de convenir en que el pintoresco triángulo escaleno está en
las antípodas de la Unión Europea, también en esto. Las derechas domésticas
tienen esta desgracia: ser anti europeístas en la cabeza, en el tronco y en las
extremidades, al por mayor y detall.
Así
las cosas, es de cajón que, en estos momentos, la iniciativa política la tiene Pedro Sánchez. Los escalenos
van a trancas y barrancas esperando una coyuntura que les facilite erosionar al
gobierno. Los escalenos van como aquella: «fané y descangayada».
A
esta actitud de iniciativa debería corresponder el govern catalá y más en concreto Pere Aragonès, presidente de la Generalitat. A saber, colocar
encima de la mesa de negociaciones –o como se llame— unos contenidos realistas,
factibles. Un sindicalista de tanta enjundia como Pedro
López Provencio, en la foto, dirigente
de las grandes movilizaciones de Seat («Cuando Seat estornuda, se decía, se
constipa Cataluña»), decía el otro día: «¿Qué pensaríamos de un sindicalista
que, en una negociación del convenio, exigiera la propiedad de la empresa». No
hablo en broma: Aragonés debería pedir consejo a López Provencio. Estoy seguro
que el dictamen le saldría barato a la Generalitat.
Mientras
tanto, me imagino a Casado --como la Zarzamora-- llora que llora por los rincones tras enterarse de
que Estrasburgo le ha propinado un golpe en la cruz de los pantalones.
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