Yo fui un empedernido lector de tebeos. Disfrutaba mucho leyendo la sección Diálogo para besugos, del afamado humorista Armando Matías Guiu, en el DDT. Por cierto, siempre me ha enojado el uso de la palabra ´comic´ como substitución de tebeo. Ahora, cuando hablo de tebeos a algunos jóvenes tengo que aclarar que se trata de comics. Uno de esos diálogos que recuerdo es:
n Buenos días.
n Manzanas traigo.
Algo
por el estilo se da con frecuencia en las sesiones del Parlamento y del Senado.
Cháchara parlamentaria totalmente prescindible; parloteo inútil.
Un
ejemplo. El cruce de intervenciones entre el diputado Gabriel Rufián y el
gobierno español. Pregunta Rufián: «¿Qué piensa hacer el gobierno?». Responde
el interpelado: «¿Qué piensa hacer Esquerra Republicana?». Se supone que ambos
litigantes se sienten satisfechos de la originalidad de la pregunta y de la
importancia de la respuesta. El resto de los mortales, sin embargo, nos
quedamos a la Luna de Valencia. La única importancia de tan insignificante
diálogo es que quedará registrado en el Diario de Sesiones. Este diálogo de
besugos no tiene punto de comparación con lo que salía del magín del maestro
Matías Guiu.
Es
claro que uno y otro besugo
parlamentario se estaban refiriendo a qué hacer tras la salida de los presos
independentistas de la cárcel. Con todo, sabiendo que todavía es muy pronto
para que interpelante e interpelado se estiraran con la conversación, es
necesario advertir que 1) el diálogo entre besugos no debe eternizarse, 2) que
la tentación al postureo o al juego del escondite es no sólo una pérdida de
tiempo sino algo que retrasa estúpidamente el encarrilamiento de las
conversaciones. Y otra advertencia que, por su importancia, la pongo en punto y
aparte.
Toda
persona avezada en las técnicas de la negociación sabe que no se puede pedir al
contrario aquello que jamás concederá. Lo que implica, además, saber lo que uno
tampoco cederá. Son las reglas que, cuando se olvidan, acarrean estropicios a
granel. Más todavía, quienes más tienden a olvidar este abc son aquellos
bisoños que nunca han negociado nada. Cierto, el clima actual de griterío
compulsivo es la peor situación para hablar, quiero decir, negociar.
Son sugerencias gratis et amore.
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