Lo
sabemos: Cataluña tendrá gobierno cuando se haya hecho el reparto de la túnica sagrada y se haya distribuido el menaje, la
cubertería y el resto del ajuar. Gobierno
independentista con la única incógnita de si la CUP forma parte del ejecutivo, aunque por
descontado su cometido será el control de las aguas menores. En resumen,
gobernará el macizo de la raza con un ´programa´ ya cantado: retórica, retórica
y retórica.
Aunque
es arriesgado hacer un vaticinio de por dónde pueden ir las cosas, tengo un
picorcillo en la pituitaria que me insinúa los grandes movimientos que pueden darse.
El
primero, no hace falta decir que seguirá el contencioso en el interior del
vecindario independentista. Mientras ese movimiento pueda respirar, la querella
entre los hunos y los hotros estará viva y coleando, aunque sea por una razón
elemental: hay que aparentar la existencia de una derecha y una izquierda en la
guilda del independentismo.
El
segundo gran movimiento parte de esta
premisa: una diferencia no irrelevante con la anterior legislatura autonómica es que ahora existe una oposición
cualificada y solvente; quien ha ganado las elecciones, Salvador Illa, a diferencia de aquella abúlica Arrimadas, ha anunciado que
viene a hacer política con mayúscula. Illa no ha dejado un ministerio en Madrid
para venir a Barcelona a cantar «Baixant per la Font del Gat».
Así
pues, el segundo gran movimiento es que habrá conflicto político sostenido ante
un gobierno que presumiblemente seguirá con la inercia de su reconocible no fer res. Que será suplido por la
retórica barroca que sigue al baño María: independencia, república y demás
jaramagos. Ahora bien, se han oído voces cualificadas que ya han dicho –alto y
claro-- «basta».
Primero
fue el sindicalismo confederal quien levantó la voz, tras las pasadas
elecciones; y hace un par de días una convención de 300 asociaciones
empresariales le dijo al gobierno que pueda salir: «Basta ya. Centrémonos en la
recuperación». Lo que podría indicar que se está gestando algo que exige ir a las
cosas, las cosas, las cosas.
En
resumidas cuentas, me juego lo que sea que la situación será distinta. Con más
mordiente. Algo veremos. Siempre y cuando se siga con tiento la máxima de don Venancio Sacristán: «Lo primero es antes».
Post
scriptum.--- Esto mismo le explicaba a
la Muchacha del 78 el jueves 25 de febrero. Ese
día estaba la mar de contenta.
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