Dispensen
ustedes la escasa cortesía, la poca elegancia de este escrito; disculpen el
aire de ajuste de cuentas que verán a continuación. Ayer se conmemoró el
cuarenta aniversario del golpe de Estado fallido del 23 F. Es un aniversario de
«números redondos», decíamos el profesor Javier Tébar y
un servidor (1).
Ayer
se reunieron los grupos parlamentarios independentistas y acordaron
solemnemente «romper con el régimen del 78». Tanto si es independista el Partido Nacionalista Vasco como si no, su firma no
está al pie del documento. El PNV tiene
una diferencia con relación a los demás: es un partido, los otros son partidas.
Están, eso sí, todos los grupos independentistas catalanes. Los firmantes son
gentes del caos y, en principio, de empanada mental. Afirman que la transición
se basó en «pilares y valores antidemocráticos, que se mantienen hasta el día
de hoy». (Más forraje alimenticio de coartada para los «antifascistas» que
defienden solamente su libertad de expresión y atacan violentamente, es sólo un
ejemplo, la de El
Periódico.
He
tardado en darme cuenta de algo de gran relevancia: algunos de los más
linajudos independentistas no sólo no defendieron la democracia aquella noche,
sino que huyeron despavorida y atolondradamente, porque –como vulgar excusa a posteriori-- el régimen del 78 no era democrático. Por eso,
algunos líderes mesiánicos catalanes y vascos tomaron las de Villadiego aquella
noche, mientras en las sedes sindicales estábamos ´de guardia´ para lo que
fuera menester y repartiendo octavillas en las bocas de los metros.
Huir
es una constante de los líderes mesiánicos cuando vienen mal dadas. Saben que
sus correligionarios entenderán que no era cobardía sino prudencia, retirada
inteligente. Saben, en definitiva, que toda la casquería argumental será
recibida por el apostolado de la Adoración Nocturna independentista como «palabra
de Dios; te alabamos, Señor». Huyeron aquellos mesías de mercadillo, teniendo a
dos pasos Hendaya y Perpiñán.
Permítanme
esta reflexión oblicua: todos estos independentistas estarán de acuerdo en que Pablo
Casado recibe la herencia de corrupción de sus antepasados; yo opino lo mismo.
Ahora bien, o todos moros o todos
cristianos: los de Esquerra, los post post post convergentes y los de BIldu de
hoy día también reciben las hipotecas de aquella fuga en la noche del 23 F. Algunos
de aquellos líderes mesiánicos de aquella noche volvieron cuando les salvamos
la libertad los que aguantamos el tipo aquí.
En
resumidas cuentas, este documento que comentamos es pura y simplemente una
cancamurria por su comportamiento aquella noche de los tres valientes: Suárez, Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo. Me permito añadir el nombre de Manuel Fajula y Pepita Soriano,
dueños de aquella pollería de la calle Washington, Barcelona, donde aquella
noche durmieron los archivos de CC.OO. de Catalunya.
Los llevaron Roser Martínez Saborit Pedro Iglesias y
Pepe Tablada, que en paz descanse.
Los
valientes de hoy, tras cagarse por la pata abajo, huyeron. Dispensen mi poca cortesanía.
Post
scriptum.--- «Lo primero es antes», según don Venancio
Sacristán.
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