viernes, 20 de noviembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (9)


 

«¡Con qué trabajo tan grande / deja la luz a Granada!» escribió el poeta de La Fuente.  Y yo me digo a estas horas tan tempranas: «¡Cuánto le cuesta a la noche dejar Pineda de Marx!». La ambulancia llega, siendo noche huidiza. Mejor, menos tránsito. En un dos por tres nos ponemos en can Ruti. Es lo contrario del calvario que pasan los pacientes de La Seu d´Urgell y sus alrededores: 280 kilómetros diarios para recibir el mismo o similar tratamiento que el de un servidor. Oigan, arreglen eso de una vez por todas.

Seguramente la solución de este problema no ha figurado en ningún programa electoral de elecciones pasadas, ni en las que se anuncian para el día de san Valentín. Porque si el tiempo lo permite y la pandemia lo consiente habrá elecciones el 14 de febrero próximo. De momento el Centro de Investigaciones Sociológicas ya ha dado el parte. En este caso el barómetro de la intención de voto se me antoja muy extraño.

Que Esquerra Republicana de Catalunya esté en primer lugar entra dentro de las previsiones que se han barajado en los últimos meses. Waterloo tragará quina. Que el PSC suba y ocupe el segundo lugar no sería raro. A partir de aquí parece que el barómetro –ojo, es un barómetro, no una encuesta-- haya entrado en zafarrancho de desorden: los de Waterloo en quinta posición, sobrepasados por los Comunes y Ciudadanos. No es que no me guste, es que es difícil creerlo. Retengan ustedes que sólo las fuerzas de izquierda, socialistas y comunes, avanzan electoralmente. Pero no lo olviden, es solamente un barómetro.   

Con todo, me dicen amigos de olfato fiable que, de momento, las tendencias más claras son: una, la victoria de ERC y, dos, la subida de los socialistas. Del resto, prudentes, esperan más movimientos de polen.

Por lo demás, me digo para mi coleto, sorprende el silencio del hombre de Waterloo desde hace unas semanas. Y el de sus senescales. Lo más seguro es que, como disponen también de otras encuestas, estén al corriente del deshilachamiento de meniscos electorales de la nueva formación, que ha salido de la pila bautismal con el nombre de Junts. Me repito para no echar las campanas al vuelo: es sólo un barómetro.

Ahora bien, cualquier lector atento de la prensa barcelonesa ha caído en la cuenta de un dato realmente nuevo: la gran mayoría de los analistas políticos de probada militancia o simpatías soberanistas –excepto la Musa del independentismo--  hablan indisimuladamente del fracaso del procés. Hay quien, con nocturnidad y trapacería, ha acuñado un término: el nuevo independentismo. La tesis es: la pandemia ha hecho inviable el independentismo del 1 de Octubre de 2017. Igual que Felipe II que se quejaba de que ´los elementos´ terminaran con su armada, llamada Invencible. Es preciso, pues, construir un «nuevo» independentismo. O lo que es lo mismo: hay que convertir la gallina en un pavo real. Tanto da, gallina o pavo real, el independentismo está en el ángulo muerto.

Me entrevisto con la doctora Caro.  Ha mirado las novedades que reseña el ordenador; mi tratamiento va como aquella jaca que galopa y corta el viento.   Sonríe: «Todo va según las previsiones; está usted hecho un jabato». Yo le sonrío, ufano.

 

Post scriptum.--- El próximo día 25 se presenta en Barcelona el libro de Enric Juliana “Aquí no hemos venido a estudiar”. Sindicalistas de ayer y de hoy presentamos el libro—testimonio de nuestros mayores. Pero ´antes´ no olviden la celebérrima máxima de don Venancio Sacristán: «Lo primero es antes».


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