Ayer
celebraron primarias los de Waterloo. La pugna estaba entre Laura Borràs, portavoz en
el Congreso de los Diputados y el Conseller Damiá Calvet. Se ventilaba quién sería el primer
espada en los carteles para las próximas elecciones autonómicas catalanas, se
hagan con o sin el consenso de don Rafael Ribó. Ella, torrista hasta la cruz de los leotardos; él,
tenido como puigdemontista del interior. La primera consideración es el
escuálido número de participantes, que vendría a demostrar el bajísimo nivel
afiliativo de Junts. La segunda consideración: goleada de la Borrás con un
apabullante 76 por ciento frente a un testimonial 20,5 por ciento para su contrincante.
Un 3.7 por ciento consideró que ni oxte ni moxte, votó en blanco. Tercera
consideración: el torrismo parece tener la batuta en ese partido. No sería de
extrañar que, andando el tiempo (posiblemente tras las elecciones autonómicas),
oigamos un rechinar de dientes entre los cabezas de ambas banderías, torrismo y
puigdemontismo.
Sigo
considerando, mientras el caballo cuatralbo de la ambulancia atraviesa ligero
la ciudad donde Joan Peiró dirigió la
cooperativa, el Forn del Vidre, antes y después de ser ministro de la
República. La predilección masiva por Borrás mostraría que muy mayoritariamente
–al menos en esta ocasión-- Junts opta
por la bronca frente a la imagen que Calvet ha forjado (y le han atribuido sus
parciales) de gestor y poco amigo de griteríos. Ha ganado Juanita Calamidad
frente a un modoso diplomado.
Aplastante
resultado favorable a Borrás. Seamos claros: Junts es ahora el cubículo del catalán irascible, que es la fase
superior del catalá emprenyat. Es el
cuñadismo con calisay. Es ese sector que pasó de la política durante años y
años y, de repente, a la llamada del flaviol se adornó con lacitos y trapos con forma de banderas.
Con
todo, esta lista que presidirá la Borrás tiene una engañifa de padre y muy
señor mío: el hombre de Waterloo irá en los primeros puestos. No para salir,
sino como reclamo: el mismo anzuelo que tiene Jorge
Javier Vázquez para subir la audiencia, es decir, el reparto de la
herencia de Paquirri
y los desencuentros entre Kiko
Rivera y la Pantoja.
Será, pues, una lista—engañifa.
Llegamos
a can Ruti más pronto que nunca: son las
8 y media de la mañana.
Post
scriptum.--- Se recomienda la lectura del libro El hijo del chófer, de Jordi Amat. Si se hubiera publicado en los EE. UU.
tendría el Premio Pulitzer. Pérez Galdós redivivo.
«Lo
primero es antes», enseñaba don Venancio Sacristán.
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