domingo, 25 de octubre de 2020

Se necesita una Política Fiscal de Emergencia


«Gastar, gastar, gastar». Así titula Jordi Juan, director de La Vanguardia, su billete (casi una editorial) de hoy, domingo. Ese es el leitmotiv de su escrito. De acuerdo, lo diga el FMI o su porquero. Esta recomendación es, si cabe, mucho más necesaria para España, toda vez que –la verdad, no sabemos bien por qué--  estamos en el vagón de cola de los países de la OCDE en el porcentaje de gasto público sobre el producto interior bruto contra la crisis. Solamente un modestísimo 3,6 por ciento. Este es el dato que ofrece el FMI referido al pasado mes de septiembre. Las autoridades españolas deberían aclarar, primero, si el dato se ajusta a la verdad y, de ser así, segundo, cuál es la razón de esa poquedad. Excusas, las menos posibles.

Ahora bien, de acuerdo con la nueva doxa --«gastar, gastar, gastar»--  el primer término de la ecuación hay que equilibrarlo con el segundo, vale decir, con los ingresos para que sea posible gastar, gastar, gastar. En caso contrario se estaría hablando por boca de ganso. O hay una política fiscal concordante con ese gasto necesario o la consigna se quedará en agua de borrajas. Es aquí donde a los partidos políticos les entran las cagarrinas. Hablar de impuestos les provoca alferecía.  

Se precisa un gran acuerdo de “política fiscal de emergencia”. Es decir, para este periodo excepcional, mientras dure la tremenda situación en la que nos encontramos. Esta es, pues, la ocasión para que el gobierno progresista tenga un importante instrumento en sus manos; de igual modo, es la oportunidad de que Pablo Casado no use palabras centristas como substituto de las acciones de centro. O, por lo menos, de derecha no asilvestrada. De momento, no se puede decir que Casado haya cruzado el Rubicón, con lo que las cosas –en la práctica, que es lo importante—figuran como ex ante del discurso versus Abascal. Así pues, queda dicho: hay que plantearse una política fiscal de emergencia.

La cosa durará lo suyo. Por eso es necesario que el gobierno tenga la vista muy larga, también la oposición. Una mirada muy larga. Tanto como la de aquel isleño siciliano. Dice Claudio Eliano (170 – 235), en sus “Historias diversas” que «aquel isleño tenía una mirada tan aguda que, cuando dirigía las vista desde Lilibeo a Cartago, no se le escapaba nada. Dicen que indicaba el número de barcos que llegaban a  Cartago. Nunca se equivocaba». Hombre, ni tanto ni tan calvo. Vale.

 

Nota bene.--- El maestro Enric Juliana ha vuelto a citar a Weimar en su importante artículo de hoy en La Vanguardia. Me ha parecido oportuno recomendar a mis amigos, conocidos y saludados el libro “La Alemania de Weimar, presagio y tragedia”, de Eric D. Wetz (Turner Noema, 2009).
Francisco habla de Weimar, por Enric Juliana - La Vanguardia

Post scriptum.--- «Pienso, luego existo», dijo Descartes. Faltaría más. «Lo primero es antes», remató don Venancio Sacristán. 

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