1.---
Pablo Casado es un
chinchorro en un mar de tribulaciones. Para colmo de sus desdichas, que tienen
honda repercusión en la política española, su capacidad política –y de ella, su
falta de autoridad— están en precario.
Nunca un dirigente político español en la oposición ha tenido que bregar
con tantos y tan graves asuntos como los que le ha tocado a este caballero.
El
chinchorro de Casado está zarandeado por el oleaje de dos problemas de gran
envergadura: el caso Kitchen
y las novedades del de Bárcenas, que vuelve a estar en
candelero. Mar montañosa: olas de más de doce metros. La cosa es muy complicada
de perimetrar. Con tanto quilombo
simultáneo, los asesores de Casado no dan abasto para hilar fino.
Casado,
además, está sufriendo unos efectos, que desquiciarían al más pintado: uno, las
consecuencias del error de previsión de marzo pasado cuando creyó que Pedro Sánchez tenía las semanas contadas; otro, con
más diapasón todavía, esto es, cada día que pasa el gobierno progresista se
consolida más. Por otra parte, el chichorro ve con preocupación que el
bergantín de las tres derechas está desarbolado: Ciudadanos intentando disponer de una singladura
propia, autónoma y los de la grada de ultra—sur yendo a su aire, llamándoles no
ya la «derechita cobarde» sino la «derechita colaboracionista». Atención, hemos
visto a Espinosa de los
Monteros en El Economista con pose de presidenciable. Ahí lo dejo.
Para
mayor acumulación de borrascas, el chinchorro Casado parece incapaz de poner
orden en sus propias filas: de un lado, la actitud bolsonariana de la Ayuso; de otro lado, los presidentes ´colaboracionistas´ de
Castilla León y Murcia. Más todavía, estos dos últimos claramente enfrentados a
la primera en la lucha contra el coronavirus. El chinchorro Casado necesita
brea. Corre el peligro de convertir a su
partido en la isla mínima.
Por
otra parte, tiene interés lo que explica el maestro Enric
Juliana en su crónica de hoy: «Queda claro que alguien intenta propulsar
a Isabel Diaz Ayuso
como posible alternativa de Casado para buscar una reconciliación con el
ofendido electorado de Vox».
Que es algo difícilmente de digerir, pero que –tratándose de Madrid— puede ser
tan cierto como lo que predica el teorema de Pitágoras.
Una hipótesis menos arriesgada sería esta: el sector de los hidalgos de
bragueta (cayetanas y federicos) está meneando el árbol con
la intención de que Casado no se despegue de los de ultra—sur. El narcisismo
castizo de la política madrileña hace que tengan cabida mil y una cáfilas que
se disputan la túnica sagrada. No sólo en el PP sino en todas las banderías
partidarias.
2.--- Estado de alarma hasta el mes de las flores.
Casado se abstiene, lo que significa objetivamente que facilita las cosas.
Probablemente es un recado –sí o sí-- de
doña Úrsula von der Leyen. Entre paréntesis:
este preocupante intervencionismo es consecuencia de la política grotesca de
Casado que crea problemas domésticos y más allá de los Pirineos. Casado se
abstiene, pero observa que la feligresía independentista catalana vota de
manera radicalmente diferenciada: ERC y una parte de los post post post convergentes votan a
favor. Lo que es una novedad: los autos que ha abierto el juez por las
actividades (algunas de ellas pintorescas) del economato de Waterloo.
3.---
Así las cosas, hemos de convenir que: primero, el centro izquierda, que
sostiene al gobierno, está unido; segundo, las derechas, se encuentran divididas
y confrontadas. El gobierno, «partido a partido» (docet Cholo Simeone)
está ganando aliados; el campo de la derecha es la suma de tres minifundios.
¿Optimismo?
No, es mi particular análisis de la situación concreta. Hoy, empero, lo más
preocupante es el humus que se está creando en lo más hondo de la sociedad de
contestación, individual y organizada, contra las medidas de la pandemia.
Nota
bene.--- Mis amigos Isidor Boix y Quim González, fitecos
hasta el colodrillo, han cambiado de residencia bloguera. Ahora los podemos
encontrar en: https://isidorboix.wordpress.com/
y elblogdequim.wordpress.com/
respectivamente.
Post
scriptum.--- Para que las derechas
domésticas se civilicen es preciso que sigan la orientación de don Venancio
Sacristán: «Lo primero es antes».
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