La
mitad de las mentiras de las encuestas no son verdad. Por lo general esas
encuestas se han convertido en un instrumento más del conflicto político. Parodiando a Clausewitz son la prolongación de la guerra partidaria
por otros medios. Así debería verse, por ejemplo, la encuesta que ayer mismo
publicó La Vanguardia. Con todo, dicha noticia manifiesta una constante con
relación a las anteriores publicadas: el PSOE mantiene el liderazgo y sube
ligerísimamente; el PP sigue en el honroso lugar de los segundones. Es una
ventaja de relativa comodidad en un contexto bronco.
1.--- Pablo Casado pensó que en mayo caería el gobierno. O alguien le
aconsejó rematadamente mal o él mismo hizo sus castillos en el aire de su
caletre. Primera conclusión provisional: el pesquis de Casado funciona a
servicios mínimos. Error caballuno de un joven irascible que está rodeado de un
círculo de atolondrados.
Hago
mis conjeturas. ¿Qué explica el estancamiento de Casado casaseno?: 1) el fracaso
estrepitoso de su previsión de mayo; y 2) su actitud insurgente, levantisca en
este momento tan duro para la ciudadanía,
negándose a acordar medidas contra la crisis y de recuperación de la economía.
Yendo
por lo derecho: siendo grave el conflicto catalán, la actitud de Casado me
parece más peligrosa. Por dos razones: lo máximo que podían destrozar los
independentistas ya lo han hecho; ahora queda por saber qué adversidades trae,
por incomparecencia, la actitud de Casado. Lo que acabo de decir no es un pronto; lo he meditado durante todo el
día.
2.---
Ayer viví dos momentos de gran interés: la lectura del artículo de Daniel Innerarity, ´El poderoso encanto de la
impotencia´ (1) y el tuit de Enric Juliana.
Del
primero debo destacar que «la causa de que les cueste tanto acordar (a los políticos) es que están más
cómodos administrando la impotencia que
el poder». Es toda una potente radiografía de la práctica de no pocos
políticos, ubicados los hunos en la
oposición y los hotros en el
gobierno. Jean—Paul Sartre --¡aquel trueno!-- les aconsejó, especialmente a los suyos, que se
«ensuciaran las manos», esto es, que no tuvieran miedo a gobernar.
Por
su parte el maestro de Badalona dice en su tuit: «En España se están formando un Bloque
Monárquico y un Club Republicano. El Bloque tiene poder y el Club sólo tiene
opinión. En una situación de dificultad social prolongada el Bloque gana de
largo. La encuesta publicada hoy da fe de un enfado, pero también de un deseo:
calma».
Sobre ambas partituras me propongo hacer
las variaciones musicales que siguen.
Es necesario que las izquierdas sepan qué es ese «antes», que a diario reclamamos
en nuestros ejercicios de redacción. ¿Lo prioritario y urgente –o sea, el antes-- es el debate de la cuestión republicana o la
construcción de un nuevo ciclo de derechos de ciudadanía en el cuadro de un
welfare incluyente y profundamente renovado? ¿Qué es preferible –aquí y ahora— la
retórica de lo primero o la fisicidad de lo segundo? De momento no hay condiciones
para repicar y decir misa al mismo tiempo.
Tengo para mí que algunos impacientes o,
tal vez, atolondrados parecen coincidir con las izquierdas independentistas que afirman que, tras la independencia
catalana, vendrán por añadidura las conquistas sociales. Sancta simplicitas! Pero, posiblemente, a ambos les puede ser
aplicada la idea de Innerarity: es la comodidad de gestionar la impotencia.
Lo más urgente y prioritario, en mi
opinión, es la aprobación de los Presupuestos, la distribución de los fondos
europeos con criterios de eficacia y no clientelar como primeros eslabones para
consolidar la coalición de gobierno progresista. Si por fas o por nefas cae este gobierno, el que venga, incluso
presidido por Pedro Sánchez, no podrá abrir el nuevo ciclo de derechos
sociales. La única salida será, entonces, que cantemos con lágrimas nazaritas
aquello de «¡Ay de mi Alhama! ¿Estamos en lo que es?
En resumidas cuentas, lo último que necesitamos es una
confrontación entre el Bloque monárquico y el Club republicano. Así pues, a ver
si nos aclaramos de una puta vez. Y para mayor abundamiento aquí tienen a Lluis Rabell (clique) en El precio de la pólvora. Ojo con meterse en sendas tenebrosas.
Post scriptum.--- «Lo primero es antes», enseña don Venancio Sacristán, mecánico ajustador y filósofo post
socrático.
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