Algunos
comentaristas de garrafón acostumbran a tratar ciertas actitudes del Partido Popular como si
fueran acometidas contra el Gobierno. No tal, son ataques al Estado de derecho.
No es baladí la diferencia. Y sin embargo se sigue manteniendo esa confusión.
Es una manifestación más de la crisis aguda que atraviesa el periodismo, en
este caso de la formación cultural de sus profesionales, de la desidia de los
jefes de redacción y los directores de cada medio en concreto. Cuando de manera
contumaz el PP se niega a propiciar la renovación de todos los institutos
pendientes de ello --y encima lo justifica con argumentos atrabiliarios-- no se está ante un ataque al Gobierno, es al
Estado y a la mismísima Constitución a quienes se zarandea. Cuando desde Waterloo se ponen en marcha
ciertas iniciativas con determinados argumentos tampoco estamos ante un ataque
contra, digamos, Pedro Sánchez. Es, igualmente,
una confrontación contra el Estado y la Constitución.
Partidos
distintos los de Casado casaseno
y Waterloo con métodos similares: enfrentamiento al Estado; y objetivos
inmediatos iguales: hacer caer al gobierno progresista de España. Paradójicamente
lo que, de momento, están consiguiendo es que Pedro Sánchez esté en mejores
condiciones. De un lado, la ruptura entre Waterloo y los del PDECat, que se puso de
largo en la sesión de ayer en el Parlament de Catalunya votando el uno contra
el otro, y, de otro lado, la moción de censura que cocina Vox le hacen un buen
favor al Gobierno. Por una parte, esa escisión de los post post post convergentes
procura más aliados para la aprobación de los Presupuestos; y, por otra parte,
la moción de censura –un espectacular brindis al Sol-- proporciona más vitaminas a Pedro Sánchez. Chocante: Waterloo y Casado se ponen
mutuamente la soga en el cuello.
En
suma, la inestabilidad que procuran los hunos y los hotros contra Sánchez, no
sólo no les beneficia sino que consigue los objetivos que aquellos no desean. Como
mínimo tienen vista cansada.
Post
scriptum.--- No fue el emperador
filósofo Marco Aurelio quien acuñó el concepto
«lo primero es antes». Fue don Venancio, padre
del actor José Sacristán.
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