Nota introductoria.-- Hace pocos días, a raíz de la publicación de un importante artículo en La
Vanguardia (1), decidimos Isidor Boix, Manuel Gómez Acosta, Quim
González Muntadas y un
servidor abrir un debate sobre el tema en cuestión. Abrió el fuego
Isidor con (clica aquí) ´Reinos
de taifas autonómicos o interdependencia y articulación estatal´. Ayer mismo
Quim González intervenía con su (clica aquí) Fondos para la Recuperación: en la
cooperación está la fuerza. Hoy sigue la conversación a cargo de
Manuel Gómez Acosta
La situación de excepcionalidad sanitaria y económica por la que atravesamos nos brinda una excelente oportunidad para reflexionar sobre la necesidad de dotarnos de una estrategia industrial integrada a nivel español e insertada en el marco de una estrategia industrial europea.
Tener una estrategia industrial supone disponer de una política de Estado que apueste por la industria como motor potente y sostenible de riqueza, lo que permite garantizar el gasto social necesario para sostener un modelo de bienestar.
En estos últimos meses se han publicado en diversos medios de comunicación catalanes, especialmente a través de La Vanguardia, diferentes artículos de opinión de personas muy cualificadas profesionalmente sobre la necesaria reindustrialización de Catalunya. En mi opinión la mayoría de las reflexiones están muy condicionadas por una ideología “nacionalista” que tiene serias dificultades para comprender la complejidad de un mundo globalizado. Me refiero en concreto al último artículo publicado en La Vanguardia el pasado 18 de agosto , firmado por los profesores Esteve Almirall, Xavier Ferràs, Antoni Garrell, Xavier Marcet, titulado “Catalunya, un replanteamiento económico global”. Como han señalado muy lucidamente los compañeros, Isidor Boix en artículo publicado en Nueva Tribuna el pasado 21 de agosto y Joaquim González en este mismo blog, existe el riesgo de presentar a Catalunya, “como una unidad concebida al margen de España, aislada en Europa”, no basta como dicen los firmantes del artículo de La Vanguardia con afirmar que “Catalunya ha perdido peso como país industrial y como una de las regiones innovadoras de Europa”, creo que ha llegado el momento de apuntar con rotundidad y sin complejos las causas de esta decadencia.
La reindustrialización de Catalunya no será posible hasta que haya un nuevo Govern con capacidad, competencia y voluntad política para impulsar la reconstrucción de un tejido industrial afectado por años de clientelismo nacionalista y por la ausencia total de una estrategia industrial definida. No existe estrategia industrial eficaz si no se inserta en una escala operativa que la haga competitiva y eficiente.
La crisis que estamos sufriendo nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de una nueva estrategia industrial impulsada desde el Gobierno de España que se inserte en una estrategia industrial europea elaborada desde la UE y que tenga en cuenta las especificidades y sinergias de los distintos países que la constituyen. Una estrategia que mantenga como principales ejes motrices: la innovación competitiva y la transición ecológica. Lo primero supone un incremento significativo de la inversión en I+D e innovación especialmente en sectores estratégicos: salud, farmacéutica, computación cuántica, material de transporte, energía circular, digitalización y desarrollo de las redes 5G…
La transición ecológica debe ser considerada como instrumento
indispensable para combatir el cambio climático y garantizar la sostenibilidad
medio ambiental. Los planes de reconstrucción de la economía
deberán contemplar el despliegue de las tecnologías limpias, lo que supone un
impulso a la actividad económica y al mismo tiempo permitirá avanzar en la
transición energética. Los fondos públicos
deben utilizarse para invertir en el futuro, no en el pasado, y fluir hacia
sectores y proyectos sostenibles que ayuden al medio ambiente y al clima.
Los fondos europeos por la recuperación, tendrían que suponer
una inflexión estratégica que nos permita desarrollar en profundidad la
reindustrialización del país. No puede ser en ningún caso un escenario de
reparto de prebendas entre territorios en base a argumentos corporativos y en
muchas ocasiones insolidarios. No pueden, ni deben existir, diecisiete políticas industriales con sus
respectivos planes de digitalización, de transición energética, de movilidad
sostenible, de capacitación profesional…
Objetivos de la reindustrialización
española
En la actualidad nos encontramos con un sector industrial poco tecnificado y con una participación en el PIB por debajo de la media europea, por ello los objetivos de la industria española deberían ser alcanzar en una década el 20% del PIB, así como completar su digitalización y realizar la transición energética.
Existe el riesgo de que una parte importante de la producción industrial española sea susceptible de verse afectada por decisiones de relocalización o de adquisición de activos industriales por parte de terceros países. También debería preocuparnos la vulnerabilidad de nuestra economía en cuanto a la seguridad del suministro y la dependencia de cadenas de valor globales en sectores críticos para el país, como la salud. Por todo ello nuestra industria debería estar integrada en las cadenas europeas de valor y en los ecosistemas europeos y globales de investigación e innovación.
Urge superar la ausencia de planificación y estabilidad presupuestaria, y con baja ejecución, que ha caracterizado a nuestra política industrial. La viabilidad de las políticas y agendas industriales de España se agotan en cada Legislatura, por lo que se necesita la estabilidad política que disminuya el riesgo de que las medidas unilaterales sin el debido consenso político acaben siendo ineficaces.
Nuestra industria debería disponer de instrumentos estables de financiación público-privada, programas a largo plazo y con un modelo de gestión inclusivo para asegurar su aplicación a objetivos de interés social y empresarial. La inversión selectiva en formación avanzada y tecnologías disruptivas, deberá ofrecer mejores oportunidades a las nuevas generaciones y situar a nuestras industrias en los tramos altos de las cadenas de valor. España deberá contar con una nueva industria, vinculada a la ciencia y a la tecnología, que genere rentabilidad económica y empleo de calidad, que garantice la sostenibilidad ambiental y el bienestar social para el conjunto del país.
Desde el
punto de vista de la capacitación habría que activar políticas que permitan
potenciar el talento formado en las habilidades digitales y técnicas que
demanda la industria y apostar de forma inequívoca por la sociedad del
conocimiento.
Conclusiones
y propuestas
La pandemia
es sin duda una oportunidad para impulsar esa nueva política industrial, que
nos permita identificar las prioridades y los criterios de respuesta y al mismo
tiempo identificar medidas a corto para mitigar el impacto (recuperación) y
alinearlas con las medidas a largo (transformación).
Todo lo planteado solo se podrá hacer desde una gobernanza integrada, responsable y comprometida con la industrialización de España. Para ello sería necesario un “Pacto de Estado” entre todas las fuerzas políticas y todos los territorios. La colaboración institucional y la cooperación, son las condiciones imprescindibles para hacer posible el proceso de transformación hacia una nueva industria que desarrolle los diferentes ecosistemas industriales del país y aproveche de forma coordinada y articulada sus sinergias.
1] https://www.lavanguardia.com/opinion/20200818/482876297246/economia-modelo-industria-bienestar-investigacion-emprendeduria.html?fbclid=IwAR2kskK7PIWTLJBg0uutBNsObSTE9LwbMNMnMj5bDWLEirPQzUmCZI3Se0s
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