Los
diversos medios –unos de información, otros de lo contrario y algunos de ni una
cosa ni la otra-- recogen la noticia que
nos proporciona el presidente del Parlamento de Cataluña, Roger Torrent. Es decir, ha sido víctima de espionaje, a
través de su teléfono móvil. Torrent no se ha cortado y apunta directamente al
Gobierno de España.
De
ser cierto estaríamos ante un asunto gravísimo, totalmente injustificado en el
sistema democrático. Sería una exacerbación de la idea de Cosme de Médicis: «El
Estado no se defiende rezando padrenuestros». Y, según nosotros, ni mucho menos
con estos medios israelitas. El Estado se defiende con la ley. Punto y seguido: por lo que
–si es cierto lo que denuncia Torent--
lo ocurrido es censurable.
Ahora bien, puestos a analizar las
cosas no parece imprudente que nos preguntemos: ¿es cierto lo que denuncia el
Presidente del Parlament? ¿y si lo es, están seguros que es el Gobierno español
el responsable de tamaño desafuero?
Primero: recuerdo al público que los responsables de este blog no se han caído
de ningún guindo, por lo que estamos limpios de la acusación de ingenuidad política. Segundo: no sería la primera vez que sectores del independentismo se
inventan literalmente operaciones «del Estado». Tercero: tampoco sería la
primera vez que determinadas
personalidades fijan maquinaciones en su contra con el objetivo de aumentar su
cotización en el mercado político. Cuarto: si creemos a independentistas de vara
alta que afirmaron que el Estado de Israel financiaría los primeros andares de
la «república catalana», no tiene sentido este espionaje a cargo de una empresa
israelita, habida cuenta de las relaciones entre los servicios secretos, Mossad, de aquel país con
la industria de este ramo tan sensible. En conclusión, le doy tanta veracidad a la palabra de Torrent como a las teorías de John Davis, ingeniero
informático, secretario de la Sociedad de la Tierra Plana.
Me
suena, con las reservas que hacen al caso, a una fantasía interesada, cuyos
objetivos podrían ser estos: a) personales para cotizar al alza; b) crear
interferencias, desde alguna fracción de su partido (ERC) para las negociaciones
de los Presupuestos Generales del Estado u otras de similares arreos; c) o, tal
vez, un recado al grupo dirigente del nuevo partido, el Partido Nacionalista de Catalunya, como nuevo competidor por
el reparto de la túnica sagrada.
Porque
la cosa empieza a oler a abubilla cuando Torrent afirma que todo ello es parte
de «una causa general contra el independentismo». Justamente lo que sus parroquianos
esperan oír. Y, todavía huele peor, cuando un genéticamente imprudente Jaume Asens, portavoz del
grupo parlamentario Unidas Podemos se
lía consciente y voluntariosamente la manta a la cabeza, y –sin pruebas de
ningún tipo, al menos por ahora-- se
tira a la zahúrda y afirma que eso es cosa de «las cloacas del Estado». Tal vez
para que sus amistades tengan una alegría tras lo de Galicia y el País Vasco.
Dese luego, este Asens no forma parte del grupo de los de «acero», que decíamos
ayer.
Addenda.
Investíguese, pues, Y tras los resultados, que salga el Sol por Maracena.
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