Dos
elementos centrales ocupan la actualidad: el debate parlamentario y la
declaración del Tribunal Constitucional alemán. Es decir, un asunto doméstico y
otro europeo que, al fin y al cabo, es también doméstico.
1.--- Diversos analistas venían pintando la cosa
con ciertos aires tenebristas y algunos editoriales parecían cansados de su
responsabilidad en la hora presente. Unos y otros parecían anunciar que el
Gobierno fracasaría en su propuesta de prolongar el estado de alerta. Aunque yo
me malicio que dichas posiciones no tenían tanto el aire de pronosticar como de
influir subliminalmente en el deterioro del Gobierno.
Contaban
razonablemente con la temeraria fogosidad de ese cacaseno de Pablo Casado, cuyo lema es
«Al enemigo, ni agua». Pero, deficientes huelebraguetas, no percibieron que de
algunas baronías del PP venían otros olores. Cierto, no de apoyo a Pedro Sánchez, pero sí de prevención a arriesgarse a
malas consecuencias de un imprudente final del estado de alarma. Hasta Moreno Bonilla, minimalista
presidente de la Junta de Andalucía, no quería verse en más coplas. Con todo,
tiene importancia la declaración del barón gallero: «Entiendo que el Gobierno
se tome su tiempo». Casado al borde del ataque de alferecía.
Casado
y sus adictos de fila, recluidos en el sancta sanctorum de Génova, corrían el
peligro de, por fas o por nefas, ir por una orilla y sus barones por otra.
Oído, cocina: una cosa es dar coces cuando no se tienen responsabilidades de
gobierno y otra, bien distinta, es apechar con la realidad cuando se tiene
bastón de mando. O Casado no entendió los mensajes que le venían de la periferia o aquél no logró convencerlos.
Comentaristas
y editorialistas de hule y pexiglás que tampoco olieron que en Ciudadanos empezaba a haber
cansancio de minifundio. Y que algunos se atrevieran a indiciar a Inés Arrimadas un suave
movimiento hacia la moderación, que seguramente será un pellizco de monja a los
de Casado. Si Casado le niega el agua a sus enemigos, Arrimadas está dispuesta
(no sabemos hasta cuándo) a darle agua de Lanjarón. En todo caso, lo más
importante es el fracaso de un Casado alborotador: sus barones se le han subido
a los faldones y Arrimadas le devuelve, por ahora, el rosario de su madre.
Del
independentismo, que durante esta pandemia intenta lucir pecho pero no
inteligencia, ya hablamos ayer. Y quien desee más grita le remito al Desierto de los tártaros, blog enigmático que se
comenta en can Boadas (Barcelona), casa Cornelio (Sevilla), Bar Chiquilín
(Santa Fe) y las tascas de la calle Huertas (Madrid). O sea, https://desiertodelostartaros.com/
2.--- La sentencia del Tribunal Constitucional
alemán censura las compras de deuda del Banco Central Europeo. Y, sobre chispa
más o menos, establece que el Bundesbank debe dejar de comprar deuda pública si
antes de tres meses el BCE no justifica antes toda una serie de medidas. No ha
tardado en responder la Comisión Europea, recordando que «el derecho europeo
tiene primacía». Claro que sí, añadimos nosotros desde nuestra condición de
afamados legos en la materia. Pero –con o sin primacía-- el cisco está montado en plena pandemia. Más
todavía, desde nuestra probada indocumentación en la materia, alzamos la voz
–tal vez, imprudentemente-- y decimos
que el follín está montado y sentada la referencia para los euroescépticos con
o sin mando en plaza. Amigos con la cabeza convenientemente amueblada me dicen
que «sólo es un problema para el gobierno alemán». Pero, a mis ochenta años, me
digo que todo problema para el gobierno alemán acaba siendo un problema para
Santa Fe y sus alrededores.
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