Las
derechas carpetovetónica e independentista están actuando conjuntamente contra el gobierno de coalición progresista. No es una pinza sino algo que
intenta ser más contundente: la tenaza. Son el centralismo de piedra picada y el
disolvente volátil con intereses contradictorios en lo secundario y comunes conveniencias
en lo fundamental: lo económico. Los ejemplos fueron claros en su día: Artur Mas, el Enviado de Jordi Pujol en la Tierra, puso en marcha
una amplia política de privatizaciones, que fue seguida a pies juntillas por
los gobiernos autonómicos de Esperanza
Aguirre y Francisco
Camps. Desacuerdo en el modelo Epaña y mutua conveniencia en el terreno
de lo económico. Y ahora –precisamente ahora--
queda manifiesta esa conveniencia: los de Casado y los de Torra (manejados
a distancia por dos fugados, el hombre de Marbella y el de Waterloo) llaman a sus lechigadas a zafarrancho de combate contra el pacto de reconstrucción.
Precisamente en unos
momentos de extrema gravedad con, al menos, dos crisis superpuestas: la
sanitaria y la económica. Una crisis de la que nadie –ni los más viejos del
lugar-- tienen referencia alguna. Nada
que ver con la del 29 ni mucho menos con la de 2008. En estos momentos la
tenaza pone en marcha una operación de acoso y derribo del gobierno. Con los
mismos instrumentos, entre ellos, la industria del bulo y la subversión. Con la
tenaza.
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