España
es un país de sabelotodos, sabihondos y enteradillos. Ya lo éramos cuando en «tiempos
de los apostóles vinieron los barbáros que se comían los pajáros que estaban en
los arbóles». Por favor, pronúnciese como indican las tildes. Aquí prolifera el
saber chusquero desde la petulancia del autodidacta hasta la soberbia del
titulado. En cierta medida lo estamos viendo con la crisis del coronavirus.
Hojalateros y académicos de la Lengua, cabos furrieles de Infantería de Marina
y físicos cuánticos, y así hasta las mil y una profesiones opinan con los
saberes del maestro Liende,
que de todo sabe y nada entiende. Paréntesis:
en mis viejos tiempos llamábamos a un sindicalista el Tío Matices por su
desmedido afán de apostillar: ni siquiera el teorema de Pitágoras se salvó de
su ímpetu de realzar. O sea, que de esta crisis y de sus soluciones sabemos
todos. Mucho más que los conocimientos que todos llevamos dentro como seleccionadores
de fútbol. Y no digamos los periodistas: unos, herederos de Guy Talese; otros,
alumnos del reportero Tribulete, que siguen el viejo refrán: «Ido el conejo
cada uno da el consejo».
Tengo
a Lola García por una
profesional sería, poca amiga de estridencias. Sin embargo, correr en demasía y
no verificar lo que se escribe le ha llevado a escribir algo chocante: «Visto
por el retrovisor, las medidas [anunciadas ayer por el presidente del Gobierno]
llegan tarde. Por eso hay una pandemia». Veamos: la premisa (´las medias llegan
tarde´) es tan subjetiva como si yo dijera lo contrario. Pues bien, de su
particular subjetivismo Lola García saca una conclusión que es, ciertamente, científica, a saber: hay pandemia. ´Extraño razonamiento, que ha aparecido hoy en La Vanguardia. Seamos serios.
En
conclusión, hay gente que se confunde –unos de manera intencionada para sacar
tajo, otros por mero afán estético-- de
momento y de etapa. Recuerdo que, siendo yo niño chico, presencié un incendio:
todos estábamos llevando calderos de agua y ayudando a los bomberos. Pero unos
cuantos –de hecho, cuatro y el cabo— sin hacer absolutamente nada comentaban y
pontificaban que «los bomberos habían llegado tarde».
Sugerencia:
Guárdense de la sabiduría de los psicópatas.
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